Hace ya unos años vi una serie documental de la 2 que me dejó patidifusa. En serio.
Recuerdo que encendí la tele dispuesta a echar la típica siesta con los leones de fondo cuando, para mi sorpresa, me ponen un documental sobre parásitos insospechados, microbios asesinos y animalitos que con un sólo picotazo te dejan listo para el nicho. Un señor documental que acojonaba más que la peli de Alien y Rec juntas. Y si no me creéis, podéis hablar con mi coleguita Nuria porque ella también lo vió y se acojonó tanto como yo en su propia casa.
No entraré en detalles sobre todas las atrocidades malignas que el documental me enseñó no sólo porque se me pasaría la estancia aquí escribiendo sino porque sólo una de sus abominables protagonistas me interesa. Os hablaré de la araña de lomo rojo australiana y que yo rebauticé como la araña cabrona. Más acorde a su génesis y modus operandi.
Esta arañita, la araña cabrona, acostumbra a vivir en los hogares australianos cual animal que podríamos denominar doméstico. Se esconde en lugares como zapatillas, ropa sucia, ropa limpia y cualquier otro objeto que imaginéis y que podáis necesitar diariamente. Algo así como nuestra querida araña de patas largas, made in spain, pero con la diferencia de que la colega australiana tiene un veneno tan potente que si te pica se te cangrena la piel y no se te cura ni en años de tratamiento. De ahí mi acertado renombramiento de la especie.
Según las fuentes consultadas, casi la mitad del top 10 de los animales más venenosos del mundo se encuentran en Australia y a éstos habría que añadirles los animales que, sin ser venenosos, te pueden descalabrar para toda la vida. Hablamos claro está del tiburon blanco, del tiburón tigre de arrecife e incluso, y sin coñas, del cocodrilo marino australiano. Todos estos últimos podrían bien merecer el apodo de cabrones pero personalmente jamás tendré miedo a meter el pie en mis zapatillas y que me muerda un tiburón blanco. Con ellos lo único que tengo que hacer es no ir a la playa y no meter un dedo en el agua. La araña cabrona, en cambio, es toda una terrorista por lo que merece su sobrenombre y que éste se le repita hasta tres veces al verla. ¡Cabrona, cabrona, cabrona!
Pues con este panorama de fauna demoníaca, en Australia los niños estudian estas especies en el cole para evitar males mayores. Se les enseña, desde muy pequeñitos, lo que se les recomienda a los turistas que visitan el país: que nunca te pongas la ropa sin revisarla antes, que no camines por vegetación frondosa en pantalones cortos, que no duermas en el bosque...y un montón de cosas más que sin embargo no evitan que cada año haya accidentes y disgustos.
Yo recuerdo que cuando íbamos a Corera, el pueblo de mi padre, siempre nos decían que no levántaramos las piedras por los alacranes y las culebras. En fin, que viendo lo de los australianos, Corera era un vergel paradisíaco.
Pues si Australia tiene este panorama el de Nueva Zelanda es el contrario.
En Nueva Zelanda, de hecho, sólo hay un animal venenoso y su veneno no es mortal. Como no, se trata de otra araña pero no sé como se llama y el apodo de cabrona me parece desproporcionado.
En Nueva Zelanda la fauna es simplemente inofensiva.
Durante miles de años la isla estuvo aislada y ni tan siquiera había mamíferos. Sólo aves y algún réptil sin contar con la variada vida marina. Sin depredadores, Nueva Zelanda fue un paraiso para las aves, que crecieron en tamaño como en ningún otro sitio y en muchos casos sin necesidad de desarrollar unas alas para escapar.
El maldito hombre blanco se trajo sus malos modales y sus animales de corral. Animales como los gatos, mucho más listos, pronto se dieron cuenta de que los estúpidos pájaros autóctonos de alas atrofiadas eran pan comido por lo que en muy poco tiempo bastantes especies de aves se extinguieron.
Actualmente un animalito también importado concentra las iras de los neozelandeses. El pobre animalito es un marsupial procedente de Australia que se llama posum. Un pobre bicho que se ha ganado todas mis simpatías. Mirad qué majo es:
El posum se introdujo en el país para desarrollar la industria peletera pero, como era de esperar, algunos se escaparon y se adapataron a su nuevo hogar.
Resulta que el posum es considerado una peste aquí porque, nuevamente ante la ausencia de predadores, se reproduce a sus anchas y al animalito además le da por comer los brotes tiernos de no sé qué planta autóctona que ahora mismo peligra de extinción.
La gran paradoja es que en Australia este animal está protegido y no puedes matar uno de ellos sin llevarte un disgusto. Aquí en cambio incluso se celebran Días de caza del posum donde los niños van armados y se lanzan a cazar su especímen.
Durante mi salida al Cabo Reinga vi un montón de ellos por los carreteras. La mayoría convertidos en alfombras pero bastantes caminando asustados ante los focos de los coches.
En Australia protegido y aquí perseguido. Faunas tan distintas y con conexiones tan curiosas.
Del posum se aprovecha su piel y puedes ver en las tiendas bufandas como éstas:
En fin, curiosidades de este mundo que a mi me apasionan.
Supongo que os he metido un rollo que no veas pero sobretodo espero que con ésto no olvidéis decirle a la araña cabrona lo de: ¡cabrona, cabrona, cabrona! Para que, por vergüenza, cambie sus tácticas maquiavélicas y se haga más respetable.
Para el pobre posum habrá que pensar otra táctica...
No entraré en detalles sobre todas las atrocidades malignas que el documental me enseñó no sólo porque se me pasaría la estancia aquí escribiendo sino porque sólo una de sus abominables protagonistas me interesa. Os hablaré de la araña de lomo rojo australiana y que yo rebauticé como la araña cabrona. Más acorde a su génesis y modus operandi.

Según las fuentes consultadas, casi la mitad del top 10 de los animales más venenosos del mundo se encuentran en Australia y a éstos habría que añadirles los animales que, sin ser venenosos, te pueden descalabrar para toda la vida. Hablamos claro está del tiburon blanco, del tiburón tigre de arrecife e incluso, y sin coñas, del cocodrilo marino australiano. Todos estos últimos podrían bien merecer el apodo de cabrones pero personalmente jamás tendré miedo a meter el pie en mis zapatillas y que me muerda un tiburón blanco. Con ellos lo único que tengo que hacer es no ir a la playa y no meter un dedo en el agua. La araña cabrona, en cambio, es toda una terrorista por lo que merece su sobrenombre y que éste se le repita hasta tres veces al verla. ¡Cabrona, cabrona, cabrona!
Pues con este panorama de fauna demoníaca, en Australia los niños estudian estas especies en el cole para evitar males mayores. Se les enseña, desde muy pequeñitos, lo que se les recomienda a los turistas que visitan el país: que nunca te pongas la ropa sin revisarla antes, que no camines por vegetación frondosa en pantalones cortos, que no duermas en el bosque...y un montón de cosas más que sin embargo no evitan que cada año haya accidentes y disgustos.
Yo recuerdo que cuando íbamos a Corera, el pueblo de mi padre, siempre nos decían que no levántaramos las piedras por los alacranes y las culebras. En fin, que viendo lo de los australianos, Corera era un vergel paradisíaco.
Pues si Australia tiene este panorama el de Nueva Zelanda es el contrario.
En Nueva Zelanda, de hecho, sólo hay un animal venenoso y su veneno no es mortal. Como no, se trata de otra araña pero no sé como se llama y el apodo de cabrona me parece desproporcionado.
En Nueva Zelanda la fauna es simplemente inofensiva.
Durante miles de años la isla estuvo aislada y ni tan siquiera había mamíferos. Sólo aves y algún réptil sin contar con la variada vida marina. Sin depredadores, Nueva Zelanda fue un paraiso para las aves, que crecieron en tamaño como en ningún otro sitio y en muchos casos sin necesidad de desarrollar unas alas para escapar.
El maldito hombre blanco se trajo sus malos modales y sus animales de corral. Animales como los gatos, mucho más listos, pronto se dieron cuenta de que los estúpidos pájaros autóctonos de alas atrofiadas eran pan comido por lo que en muy poco tiempo bastantes especies de aves se extinguieron.
Actualmente un animalito también importado concentra las iras de los neozelandeses. El pobre animalito es un marsupial procedente de Australia que se llama posum. Un pobre bicho que se ha ganado todas mis simpatías. Mirad qué majo es:

Resulta que el posum es considerado una peste aquí porque, nuevamente ante la ausencia de predadores, se reproduce a sus anchas y al animalito además le da por comer los brotes tiernos de no sé qué planta autóctona que ahora mismo peligra de extinción.
La gran paradoja es que en Australia este animal está protegido y no puedes matar uno de ellos sin llevarte un disgusto. Aquí en cambio incluso se celebran Días de caza del posum donde los niños van armados y se lanzan a cazar su especímen.
Durante mi salida al Cabo Reinga vi un montón de ellos por los carreteras. La mayoría convertidos en alfombras pero bastantes caminando asustados ante los focos de los coches.
En Australia protegido y aquí perseguido. Faunas tan distintas y con conexiones tan curiosas.
Del posum se aprovecha su piel y puedes ver en las tiendas bufandas como éstas:
Supongo que os he metido un rollo que no veas pero sobretodo espero que con ésto no olvidéis decirle a la araña cabrona lo de: ¡cabrona, cabrona, cabrona! Para que, por vergüenza, cambie sus tácticas maquiavélicas y se haga más respetable.
Para el pobre posum habrá que pensar otra táctica...
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