Nuestro querido Edu nos hizo una visitilla con la excusa de venir al cumpleaños de Marc.
Supuestamente Edu vive ahora en Madrid y, como el resto de tipos que conozco a través de Marc, es un ingeniero que también dedicó una parte de su vida al tema de movilizar las partículas y las flautas del acelerador (o creador de agujeros negros para los apocalípticos).
Como siempre, yo a lo mío y ya me pueden decir lo que quieran que para mi son todos unos espías. Y punto.
Yo me imagino que Edu ha sido destinado a Madrid en términos "oficiales" pero que en realidad puede estar en cualquier parte del mundo si es que tal cosa fuera necesaria. Más o menos como cuando yo le digo a Marc que cuando me habla por teléfono desde la "oficina" sé que en realidad está en Irak desactivando una bomba y que lo del rollo de que sale en "veinte minutos" es sólo una orden codificada para que lo trasladen a la base móvil desplazada allí y lo traigan de vuelta a Ginebra a través de un Agujero de gusano .
A veces llega tan cansado que aún pretende hacerme creer que es por "su trabajo" y no por las molestias fisiológicas que tales viajes le ocasionan. ¡¿Se cree que estoy loca o qué?!
Pues Edu es otro de los espías y ha estado por aquí para alegrarnos la existencia, además de con su compañía, con un surtido de ibéricos como regalo. Que todo se agradece en esta casa.
El motivo de la visita, como dije, era el cumpleaños de Marc aunque bien podría ser que lo que pareciera una celebración fuera en realidad una convención de espías en toda regla. ¡Que estaba aquello plagado de espías!
Al margen del cumpleaños-convención de espionaje (que merecerá otro fascículo abominable de los míos) disfrutamos de la compañía de Edu con cenas (también entre espías) y desayunos en algunas de las bonitas cafeterías que tiene esta ciudad. Todo ello sólo hasta lo que da de sí un fin de semana.
El bueno de Edu tuvo que padecer durante dos noches nuestro lamentable sofacama. Durmió a un metro escaso de nuestro catre, en nuestra habitación-comedor-salita, pero aceptó tan bien la precariedad de nuestra hospitalidad bárbara que incluso se diría que le encantaría volver a visitarnos. Nosotros le esperamos con los brazos abiertos, el sofacama preparado y la intimidad olvidada en algún cajón del armario. ¡Vuelve pronto Edu! Tu saps que t'estimem molt :)
Supuestamente Edu vive ahora en Madrid y, como el resto de tipos que conozco a través de Marc, es un ingeniero que también dedicó una parte de su vida al tema de movilizar las partículas y las flautas del acelerador (o creador de agujeros negros para los apocalípticos).
Como siempre, yo a lo mío y ya me pueden decir lo que quieran que para mi son todos unos espías. Y punto.
Yo me imagino que Edu ha sido destinado a Madrid en términos "oficiales" pero que en realidad puede estar en cualquier parte del mundo si es que tal cosa fuera necesaria. Más o menos como cuando yo le digo a Marc que cuando me habla por teléfono desde la "oficina" sé que en realidad está en Irak desactivando una bomba y que lo del rollo de que sale en "veinte minutos" es sólo una orden codificada para que lo trasladen a la base móvil desplazada allí y lo traigan de vuelta a Ginebra a través de un Agujero de gusano .
A veces llega tan cansado que aún pretende hacerme creer que es por "su trabajo" y no por las molestias fisiológicas que tales viajes le ocasionan. ¡¿Se cree que estoy loca o qué?!
Pues Edu es otro de los espías y ha estado por aquí para alegrarnos la existencia, además de con su compañía, con un surtido de ibéricos como regalo. Que todo se agradece en esta casa.
El motivo de la visita, como dije, era el cumpleaños de Marc aunque bien podría ser que lo que pareciera una celebración fuera en realidad una convención de espías en toda regla. ¡Que estaba aquello plagado de espías!
Al margen del cumpleaños-convención de espionaje (que merecerá otro fascículo abominable de los míos) disfrutamos de la compañía de Edu con cenas (también entre espías) y desayunos en algunas de las bonitas cafeterías que tiene esta ciudad. Todo ello sólo hasta lo que da de sí un fin de semana.
El bueno de Edu tuvo que padecer durante dos noches nuestro lamentable sofacama. Durmió a un metro escaso de nuestro catre, en nuestra habitación-comedor-salita, pero aceptó tan bien la precariedad de nuestra hospitalidad bárbara que incluso se diría que le encantaría volver a visitarnos. Nosotros le esperamos con los brazos abiertos, el sofacama preparado y la intimidad olvidada en algún cajón del armario. ¡Vuelve pronto Edu! Tu saps que t'estimem molt :)
Nuestra red ha sido descubierta y está en peligro. Localicen y neutralicen a la tal Begorl inmediatamente.
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