lunes, 12 de octubre de 2009

Las cosas que pasan.

Me quedan cinco días para irme a Auckland. El total del vuelo son unas 27 horas aunque, con todo eso de los cambios horarios, me da que la realidad es que te pasas bastante más de un día entre vuelos y estancias anodinas en aeropuertos. Estoy empezando a prepararme para sobrellevar el trago lo mejor posible.
Este último fin de semana (último por ahora) lo hemos pasado tranquilamente.
El sábado nos fuimos a hacer turismo al Decathlon de Annamesse, que está en la vecina Francia, y ya tengo un saco de dormir compacto para hacer acampada en Nueva Zelanda.
Como el día fue lluvioso decidimos hacer "la tarde de la sopa" que es lo mismo que decir que te quedas en casa y preparas una buena sopa para alegrarte el cuerpo. Tranquilamente, vamos.
El Domingo amaneció con un sol espectacular y, cosa rara en nosotros, nos levantamos bastante temprano para aprovecharlo. Nos fuimos a desayunar y después nos fuimos a...redoble de tambores...¡Nos fuimos a patinar!
Por suerte en esta ocasión, Marc no se calzó los patines nada más salir de casa y nos acercamos hasta el lago para comprobar nuestros progresos.
Nuestro estilo es de esos que sólo a ratos parece competente. Por un momento puede parecer que hasta sabes patinar cuando de repente algo sucede y haces un gesto que te quita toda la dignidad que habías acumulado. Todo va bien y de repente empiezas a mover los brazos como un jilipollas o te medioarrodillas para subir una ligera cuestecita. Cuando te repones te das cuenta de que algunas personas a tu alrededor se lo han pasado en grande. Les saludas y ellos te devuelven el saludo con una sonrisa.
Siempre he pensado que lo que hace que algo sea cómico es la existencia de público por lo que cuando te pasa alguna pequeña desgracia tiene que haber alguien para verlo y descojonarse a tu salud. Siempre es así y por eso cuando te caes , te medioresbalas ridículamente o te quedas a cuatro patas lo haces cuando alguien puede verlo y no cuando no hay ni Diós. Y esto es así vayas con patines o no.
Es como cuando te paras a hacer pis en el monte. Siempre se da el caso de que llevas caminando un huevo de rato sin cruzarte con nadie hasta que decides adentrarte en el bosque para llevar a cabo la ardua tarea de quedarte con el culo al aire. Entonces, indefenso, empezarás a oir voces de gente que, mira tú por donde, pasaba por allí en ese instante. En ese momento, con el culo al aire, empiezas a pensar que quizá tu orientación no es la correcta y tu blanco pandero está enfocado hacia una zona de camino recóndito y desconocida para ti. La zona por la que caminan otras personas, puestas ahí instantaneamente para hacer de público. Tú público, si lo prefieres así.
No sé cómo he llegado hasta este punto...¿Será el vuelo que me espera?



No hay comentarios:

Publicar un comentario