sábado, 31 de octubre de 2009

La araña cabrona y otras curiosidades del reino animal.

Hace ya unos años vi una serie documental de la 2 que me dejó patidifusa. En serio.
Recuerdo que encendí la tele dispuesta a echar la típica siesta con los leones de fondo cuando, para mi sorpresa, me ponen un documental sobre parásitos insospechados, microbios asesinos y animalitos que con un sólo picotazo te dejan listo para el nicho. Un señor documental que acojonaba más que la peli de Alien y Rec juntas. Y si no me creéis, podéis hablar con mi coleguita Nuria porque ella también lo vió y se acojonó tanto como yo en su propia casa.
No entraré en detalles sobre todas las atrocidades malignas que el documental me enseñó no sólo porque se me pasaría la estancia aquí escribiendo sino porque sólo una de sus abominables protagonistas me interesa. Os hablaré de la araña de lomo rojo australiana y que yo rebauticé como la araña cabrona. Más acorde a su génesis y modus operandi.

Esta arañita, la araña cabrona, acostumbra a vivir en los hogares australianos cual animal que podríamos denominar doméstico. Se esconde en lugares como zapatillas, ropa sucia, ropa limpia y cualquier otro objeto que imaginéis y que podáis necesitar diariamente. Algo así como nuestra querida araña de patas largas, made in spain, pero con la diferencia de que la colega australiana tiene un veneno tan potente que si te pica se te cangrena la piel y no se te cura ni en años de tratamiento. De ahí mi acertado renombramiento de la especie.
Según las fuentes consultadas, casi la mitad del top 10 de los animales más venenosos del mundo se encuentran en Australia y a éstos habría que añadirles los animales que, sin ser venenosos, te pueden descalabrar para toda la vida. Hablamos claro está del tiburon blanco, del tiburón tigre de arrecife e incluso, y sin coñas, del cocodrilo marino australiano. Todos estos últimos podrían bien merecer el apodo de cabrones pero personalmente jamás tendré miedo a meter el pie en mis zapatillas y que me muerda un tiburón blanco. Con ellos lo único que tengo que hacer es no ir a la playa y no meter un dedo en el agua. La araña cabrona, en cambio, es toda una terrorista por lo que merece su sobrenombre y que éste se le repita hasta tres veces al verla. ¡Cabrona, cabrona, cabrona!
Pues con este panorama de fauna demoníaca, en Australia los niños estudian estas especies en el cole para evitar males mayores. Se les enseña, desde muy pequeñitos, lo que se les recomienda a los turistas que visitan el país: que nunca te pongas la ropa sin revisarla antes, que no camines por vegetación frondosa en pantalones cortos, que no duermas en el bosque...y un montón de cosas más que sin embargo no evitan que cada año haya accidentes y disgustos.
Yo recuerdo que cuando íbamos a Corera, el pueblo de mi padre, siempre nos decían que no levántaramos las piedras por los alacranes y las culebras. En fin, que viendo lo de los australianos, Corera era un vergel paradisíaco.
Pues si Australia tiene este panorama el de Nueva Zelanda es el contrario.
En Nueva Zelanda, de hecho, sólo hay un animal venenoso y su veneno no es mortal. Como no, se trata de otra araña pero no sé como se llama y el apodo de cabrona me parece desproporcionado.
En Nueva Zelanda la fauna es simplemente inofensiva.
Durante miles de años la isla estuvo aislada y ni tan siquiera había mamíferos. Sólo aves y algún réptil sin contar con la variada vida marina. Sin depredadores, Nueva Zelanda fue un paraiso para las aves, que crecieron en tamaño como en ningún otro sitio y en muchos casos sin necesidad de desarrollar unas alas para escapar.
El maldito hombre blanco se trajo sus malos modales y sus animales de corral. Animales como los gatos, mucho más listos, pronto se dieron cuenta de que los estúpidos pájaros autóctonos de alas atrofiadas eran pan comido por lo que en muy poco tiempo bastantes especies de aves se extinguieron.
Actualmente un animalito también importado concentra las iras de los neozelandeses. El pobre animalito es un marsupial procedente de Australia que se llama posum. Un pobre bicho que se ha ganado todas mis simpatías. Mirad qué majo es:

El posum se introdujo en el país para desarrollar la industria peletera pero, como era de esperar, algunos se escaparon y se adapataron a su nuevo hogar.
Resulta que el posum es considerado una peste aquí porque, nuevamente ante la ausencia de predadores, se reproduce a sus anchas y al animalito además le da por comer los brotes tiernos de no sé qué planta autóctona que ahora mismo peligra de extinción.
La gran paradoja es que en Australia este animal está protegido y no puedes matar uno de ellos sin llevarte un disgusto. Aquí en cambio incluso se celebran Días de caza del posum donde los niños van armados y se lanzan a cazar su especímen.
Durante mi salida al Cabo Reinga vi un montón de ellos por los carreteras. La mayoría convertidos en alfombras pero bastantes caminando asustados ante los focos de los coches.
En Australia protegido y aquí perseguido. Faunas tan distintas y con conexiones tan curiosas.
Del posum se aprovecha su piel y puedes ver en las tiendas bufandas como éstas:

En fin, curiosidades de este mundo que a mi me apasionan.
Supongo que os he metido un rollo que no veas pero sobretodo espero que con ésto no olvidéis decirle a la araña cabrona lo de: ¡cabrona, cabrona, cabrona! Para que, por vergüenza, cambie sus tácticas maquiavélicas y se haga más respetable.
Para el pobre posum habrá que pensar otra táctica...

El Monte Eden.

Resulta que una de las gracias de Auckland es que está construida sobre un campo volcánico de gran tamaño. Concretamente, son cincuenta los volcanes que lo componen pero sólo ha habido 19 erupciones en los últimos vente mil años por lo que espero que así siga siendo, al menos, durante unos tres mesecillos más. Que no queremos disgustos.
Hoy he ido a visitar el Monte Eden, antiguo volcán y punto natural más elevado de la ciudad.
Para llegar hasta él he tenido que caminar poco más de una hora desde mi apartamento y el camino es muy suave y fácil. Al monte puedes llegar en coche o incluso en autobús pero los senderos son mucho más agradables y entretenidos.
Una vez en la cima puedes ver que el volcán se ha convertido en una gran depresión recubierta de césped y florecillas blancas. Vamos que no se puede ver ni lava hirviendo ni nada...
Las vistas desde allí, un día tan claro como el de hoy, han merecido la pena y ya me he hecho una mejor idea de como es la ciudad.

Aunque mucha gente sube en autobús sólo para echar las fotos, puedes encontrar muchos lugares donde relajarte y estirarte en la hierba. Allí he acabado de leer el cómic Estela que Marc me fotocopió y me ha gustado mucho.

Justificar a ambos lados
También he visto que bastante gente sube al volcán corriendo y, al verlos, he pensado que la semana que viene haré lo propio y echaré unas fotos de la ciudad al atardecer. A ver si, para entonces , al dichoso volcán cubierto de césped y florecillas le da por erupcionar y tengo que salir cagando leches de allí...
Cuando he vuelto he pasado por el Domain que es el gran parque que tengo que atravesar cada día para ir a la academia. Hoy, para mi alegria, el parque estaba lleno de gente jugando a críquet. Durante la semana este gran parque sirve para jugar a fútbol y, como no, a rugby pero , a pesar de que todo el campo está preparado para ello, aún no había visto "criqueteros" en acción y verlos hoy me ha hecho mucha gracia. Yo del criket no tengo ni idea pero lo que he observado es que casitodos los que jugaban eran hindúes o paquistaníes. Será por la gracia que les hace allí jugar a ésto.


Varios días he ido a correr por el Domain y ayer descubrí que allí mismo se juegan partidos de fútbol con equipos mixtos. Pregunté a un grupo si podía jugar y me expliacron que se trata de una liga social y que, si a algún equipo le faltan chicas, pues me podría apuntar. Todo ésto, con más detalle, también me lo explicó el abuelete que lo organizaba y que, por su difícil acento para mis limitadas entendederas, me recordó a mi compañero de vuelo neozelandés. Sólo por lo de que su acento era difícil, nada que decir de su olor ni de su adicción a las cervezas. Que yo sepa...
Bueno pues que el próximo lunes probaré suerte y a ver si echo un partidillo a las órdenes de gentes de por aquí, con acentos sacados de no sé que territorio de Mordor...

Ver más fotos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Hot chocolate, please.


Ayer me fui a hacer un café y visité el puerto deportivo de Auckland. Bueno tengo que decir que aquí, como en Ginebra, tampoco me estoy tomando cafés sino chocolates calientes, que me sientan mejor y me dan más alegría. Vamos, que he cambiado el "chocolat chaud" por el "hot chocolate". Y a tomar viento fresco.
Este que me tomé, en la imagen, era de tamaño considerable y no os podeis imaginar lo que me encontré debajo de la crema. Cargo una buena cucharada y, patapam, me encuentro un par de nubes de goma en el chocolate. Chocolate con nubes. Yo en mi vida había visto ésto pero, si vuelvo, creo que les pediré que no me lo pongan. Que prefiero el cola-cao a lo tradicional. Sin tropezones sospechosos, por muy dulces que sean...
También hice algunas fotillos y si quereis les echáis uns vistazo.


¡Ah! ¡Por cierto! Resulta que la Sky Tower no sólo es el edificio más alto de Auckland sino de todo el hemisferio sur y os lo digo porque es ese tipo de cultura absurda que va bien para ganar en el Trivial Pursuit y quedar como alguien cultivado. ¿Qué os parece?

martes, 27 de octubre de 2009

Costumbres entrañables.

No veas tú lo que cuesta explicarle a un alemán y a un coreano, en inglés, la rara costumbre de poner un caganer en el Belén...


Primero explica lo que es un Belén, claro. Que si son unas figuritas que pones en tu casa y que representan la Sagrada Familia y los tres Reyes Magos de Oriente, que si le puedes poner musgo e incluso una fuente de agua, que normalmente, en cualquier casa donde hay niños, el Belén acaba invadido por los He-man o los Clicks de Playmobil, que se hacen competiciones de Belenes...¡En fin!


Para rematar, y como una cosa lleva a la otra, les explico también lo del Caga Tió y el alemán se queda tan intrigado con la historia que me pide que le muestre imágenes para acabar de entenderlo. Bueno yo creo que el tío quería pruebas para dar mi historia surrealista por válida y no sentirse absolutamente estafado y la cosa es que cuando vio las imágenes el hombre se puso tan contento que apuntó los nombres en su libretilla. Supongo que quería enseñárselo a los colegas y decirles que en España, Barcelona, Cataluña, dígale X, estamos como un puto cencerro.
Pues este buen alemán ya está listo para difundir nuestra cultura de aporrear un tronco de madera con ojitos y barretina para que nos cague los regalitos de Navidad así como nuestra desconcertante costumbre de poner a un tipo defecando en el Belén como símbolo de buena suerte.


Mientras el tipo me miraba con ojos como platos, cual niño pequeño descubriendo un juguete, yo me acordaba del día en que Berni, Elsa y yo explicábamos lo mismo a una maestra danesa en nuestro erasmus en Copenhage. La buena mujer se quedó tan estupefacta con la historia que el bueno de Berni se curró un Power Point con imágenes para que la mujer no creyera que le estábamos tomando el pelo. Recuerdo que tal efecto tuvo el tema que incluso, días más tarde, le mandamos un caganer desde Barcelona como regalito. No nos reímos ni nada aquella noche...¡Vaya tela con el caganer!


¿Qué pasa con los checos?

Uno de los cambios que noté nada más llegar al apartamento fue descubrir que la mininevera tenía menos espacio libre disponible. Conclusión: por fin tenemos nuevo inquilino/a.

Efectivamente así es y se trata de una chica venida de la República Checa. Se llama Betty (nombre que, en mi gran ignorancia, no me parece nada checo) y que, como servidora, se encuentra aquí para mejorar su inglés.

La chica parece maja pero bastante más “tiesa” que la francesa. Cosas de ser del “este” supongo...

Hoy en la escuela también teníamos novedades. Han llegado dos tíos de, mira tú por donde, de la República Checa también. Se llaman Daniel y Daniek, tal cual.

Me ha tocado sentarme con Daniek y debo decir que me ha costado horrores entender lo que me decía. Tanto que he decidido que mañana no me sentaré con él porque en general no me entero de lo que me dice y porque cuando se ríe emite un sonido que me sugiere el del oso en celo.

Resulta que cuando yo competía se me forjó el mito de los checos y que no es otra cosa que el casi convencimiento de que en la República Checa algo raro se cuece que hace que las tías y los tíos de allí sean muy guapos en general. No sé por qué pero así era. Te forjas un paraíso terrenal con tu tópico absurdos y luego se te desmorona en mil pedazos.

Ayer llega Betty y es una tía delgaducha con cara anodina y nada resultona. Más sosa y seca que la hostia. Hoy conozco a Daniel y Daniek y, para mi desgracia y entretenimiento visual, no se parecen en nada a sus compatriotas decatletas.

Me han destruido mi mito checo sin piedad. ¡Con lo cañonazo que estaba Roman Sebrle!

lunes, 26 de octubre de 2009

Destino: Cabo Reinga.

Mi primer fin de semana en Nueva Zelanda y resulta que es de tres días.
Como los kiwis forman parte de la Commonwealth, este lunes era festivo porque se celebraba el día del cumpleaños de la reina de Inglaterra, su ilustrísma Isabel II. Aquí tenéis a la buena mujer. Sí, de frente es muuuuuucho más fea.
En fin, yo de sentimiento monárquico no entiendo un pimiento, pero que te regalen un “puente” nada más llegar no está nada mal.Y de puentes y vacaciones entiendo un poco más.
Aprovechando el momento, unos pocos decidimos alquilarnos un coche y acercarnos hasta el cabo Reinga, el punto más al norte de Nueva Zelanda.
Mis compañeros de viaje fueron Maria José (“Mariajo” a secas) y Javier (Javi a secas). Ambos son granadinos, pareja y se encuentran aquí porque Mariajo, como yo, es maestra y ha recibido la beca del Ministerio. Javi, que de tonto no tiene un pelo, se ha venido aquí para acompañarla y disfrutar de unas merecidas vacaciones.
Lo dicho, nos alquilamos un coche y tiramos millas, como se suele decir.
La verdad es que Nueva Zelanda es un país ideal para disfrutar de la naturaleza y la manera más cómoda y resuelta de hacerlo es en coche. Aquí es muy económico alquilarlos y las carreteras están llenas de lugares donde acampar o hacer paradas técnicas. La gasolina, además, es muy barata. Los buzones parecen papeleras...Bueno esto no tiene ningún interés turístico pero para alguien con un pasado de carterilla como el mío es toda una maravilla. ¿A que son bonicos?
Bueno como decía, los servicios de autobús o de tren no son muy buenos y el precio no compensa mientras que un coche te puede llegar a costar sólo 10 dólares neozelandeses por día (unos 5 €) si es que lo alquilas por más de dos semanas.¿Qué os parece el tema?
Aprovechando el tiempo, nos acercamos al Cabo Reinga y ha sido genial. Simplemente genial. Tuvimos mucha suerte con el clima porque sólo nos llovió la mañana del lunes y el resto de los días tuvimos un sol de película.
Como ya os dije, este país es muy bonito y su paisaje es todo un entretenimiento.
Los bosques presentan una combinación muy interesante de árboles exóticos, helechos y coníferas espectaculares y éstos se combinan con campos verdes enormes llenos de animales pastando.
Encuentras cientos de vacas, ovejas y pavos. Sí, hay campos de pavos de navidad y mientras conduces puedes ver como se entretienen abriendo sus alas en plan amenazador hasta darles un aspecto de fregona atómica o algo parecido. Es muy curioso.
Otro punto es el de la cantidad de pájaros diferentes que te encuentras por aquí. Mires por donde mires no es raro ver parejas de faisanes caminando a sus anchas o clases de patos desconocidas para mi hasta ahora. Las gaviotas son de muchos tipos y las hay enormes. El sábado por la mañana, nada más salir de la residencia, una gaviota enorme aterriza delante de mi y sólo me dio tiempo a fotografiar su marcha. ¿Por qué soy tan lenta sacando fotos?
Pero para mi el tema de los pajaritos aquí es maravilloso. No me canso de mirar y maravillarme con cualquier sorpresa inesperada. El sábado vimos una especie de perdiz con un tupé muy gracioso de color negro pero no pude hacerles una foto. Pero si queréis os enseño otro tipo de gaviota muy cachonda.

Como decía todo es muy bonito y, contrariamente a lo que pueda parecer, no es muy caro. Una hamburguesa atómica como ésta, con su bebida, te sale por unos 7 euros. No está mal.
Dormimos en lugares para mochileros con una relación calidad-precio excelente y la comida aquí es buena y nada prohibitiva. ¡Tenéis que venir! Lo más caro es el viaje de avión pero una vez aquí la estancia puede salirte muy económica.
Nuestro destino final era el cabo Reinga pero lo primero que visitamos fueron las cascadas de Hokianga.
Aquí abajo, si os fijáis bien, me encontraréis en la imagen. Sí, es la cosa azul que se ve sobre la cascada.

Después bordeamos la Bahía de las Islas y el paisaje es la repanocha.
Al día siguiente, y antes del cabo Reinga, visitamos la Duna Gigante que es, como su nombre indica, una duna enorme. La duna está situada en el extremo norte de la Playa de las 90 Millas que así se llama porque mide eso, 90 millas. Vamos que la gente de aquí no se mata mucho con los nombres. Para que os hagáis una idea del mamotreto de arena aquí os pongo una muestra. El ser humano del fondo es Javi y, aunque parezca mentira, subió a la cima sin morir en el intento.
La duna es espectacular porque cuando la coronas te sientes como en el desierto y te parece mentira que a tu derecha se encuentre el océano y a tu izquierda un bosque exuberante. Había gente tirándose en trineo y os puedo asegurar que darse un paseo por allí cansa lo suyo...
Después de sentirnos como Lawrence de Arabia nos acercamos al cabo Reinga y allí puedes ver como se juntan el océano Pacífico con el mar de Tasmania. Aunque el día estaba ya muy nublado se podía apreciar el corte en el agua.
En uno de los extremos se encuentra un árbol de mucha importancia espiritual para los Maoríes. Si os fijáis bien lo veréis. Este árbol se conoce como el Pohutukawa y los maoríes creen que las almas se deslizan por sus raíces.
Después visitamos la bahía de los Espíritus. Espectacular.
Toda la arena estaba compuesta de restos de conchas y su aspecto era de un rosado muy curioso.
Al día siguiente visitamos el bosque de Kaurys de Waipoa y pudimos ver los ejemplares más grandes de este árbol sacado de otro planeta. Al menos de la parte de un planeta que yo aún no conocía. No tengo fotos de ellos porque, como soy una niña-melón, mi cámara se quedó sin batería el día antes y tengo que esperar que la buena de Mariajo me pase algunas. La verdad es que no me preocupa mucho porque estoy como loca por volver y disfrutar de todo aquello con más tiempo.
¡Ya estoy deseando tener aquí a Marc para recorrernos el país con una “fregoneta”!
Y por cierto, ya he conducido por el lado izquierdo. Todo un acontecimiento vital que puedo documentar. No, no maté a nadie...¡Gentes de poca fe!
Y de noche, puedes ver carteles como éstos. Atómicos también.
Pero lo que decía: !!!Maaaaarc vine aviat!!!!

jueves, 22 de octubre de 2009

Cositas que pasan.

La verdad es que estos días han sido muy productivos y ya tengo la sensación de que el tiempo vuela.
Ya he acabado mi primera semana de curso y estoy contenta con la profesora que me ha tocado y con los compañeros.
No somos muchos estudiantes en el grupo y, para mi sorpresa, el grupo más numeroso no proviene de ningún país asiático concreto sino de Alemania. Somos unos 10 alumnos y 4 son alemanes. Hay además, y que yo lo sepa con seguridad, una francesa, un coreano y una tailandesa. El resto son un par de chicas también asiáticas pero desconozco su nacionalidad.
Aquí, y en todo el mundo, hay que ser muy prudente cuando te diriges a alguien asiático y no cometer el error de presuponer que es "chino" o "china". A un coreano (ya no digamos a un japonés) no le hace ni puta gracia que le confundas con un chino.
En general, con estos temas mejor no meterse en camisa de once varas y si conoces a alguien es mejor, antes que probar tu suerte, preguntarle directamente de dónde es.
Es más o menos como el tema de la edad...Nunca te aventures a decir la edad de nadie y jamás caigas en la pregunta trampa de "¿Cuántos me echas?". Si ya has llegado a ese punto de no retorno, la has cagado porque digas lo que digas será incorrecto.
Pero en fin, aparte de esta tonta observación, debo decir que estoy conociendo gente muy maja.
Sí, amigos, ya he conocido españoles en Nueva Zelanda aunque la verdad es que no hablo casi nada de español porque es rara la ocasión en que sólo estamos los españoles juntos por lo que entre nosotros también hablamos inglés, en general.
Los días se han sucedido entre paseos, pequeñas investigaciones del barrio donde vivo y las compras necesarias para acabar de instalarme.
Sobre las compras, resulta que aquí hay un montón de asiáticos y, cómo no, sus tiendas son las más baratas. El otro día me metí en una tienda "china" (pues a saber de dónde eran) y creo haber encontrado los kiwis más baratos, si no del mundo, almenos de Auckland.
Atención al ofertón: 1 kilo de kiwis a 70 céntimos de dólar neozelandés cuando el precio normal aquí es de 3 dólares. Osea, que me han salido por 35 céntimos de € el kilo, para entendernos. Y que sepáis que están buenos y que no me han salido pústulas malignas por el cuerpo después de su consumo. Me parece que me voy a hartar a kiwis.
Sobre la comidad, en general, todo es algo más barato que en España y bastante más barato que en Suiza aunque no es fácil encontrar supermercados "occidentales" grandes donde los precios estén mejor. En general lo más fácil es acabar en una de esas tiendas pequeñas y socorridas donde, dalo por hecho, pagarás todo mucho más caro.
Lo mejor, en estos casos, siempre es hablar con el que lleve más tiempo por aquí y que te informe como un buen camarada. Que haberlos "haylos".
El segundo día de estar aquí, sin ir más lejos, entro en el ascensor de mi edificio (tema, el del ascensor, que también tiene tela pero que ya os contaré) y nada más entrar veo a un tío que llevaba escrito en la cara "soy español". Le pregunto en inglés de dónde es y, patapam, me dice que de Barcelona.
Total que el tío muy majete, que también era profe y que estaba allí, como yo, gracias a la beca del Ministerio. Él había llegado hacía tres semanas y haría el resto del curso en otra ciudad del país (Christchurh, para ser exactos).
Bueno pues gracias a este tío descubrí el supermercado occidental estupendo al que fui a comprar anteayer y el buen hombre tuvo además la bondad de darme su entrada del Museo de Auckland porque resulta que cuando pagas la misma tienes derecho a una segunda visita y como el tío se marcha pues me la ha dado. ¿Qué os parece?
Ya llevo dos megaofertones en nada de tiempo. Los kiwis de la muerte y el tipo generoso del ascensor. Que por cierto, ya se ha ido...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Mi pequeño zulo en kiwilandia.

Mi pequeño hogar neozelandés es de dimensiones enanas pero más que confortable para los días que me voy a pasar por aquí. Ideal para un hobbit, suficiente para mi.
El primer día, después de los controles del aeropuerto, después de llegar tarde a la academia y hacer el test cagando leches, después de ir a comer shushi con una gente que conocí, después de tomar unas cervezas con un alemán, otro español y un saudí, después de instalar mis cosas, y después de ya ni me acuerdo...¡por fín! a las seis de la tarde me meto en la cama y me duermo, como un leño, hasta las 6 de la mañana del día siguiente.
Durante estas seis semanas voy vivir en los Apartamentos Columbia que escogí a conciencia porque eran los más baratos. Para qué voy a engañar a nadie.
Tengo una habitación privada y debo compartir un cuarto de ducha, un lavabo y una cocina con dos compañeros más. Actualmente, sin embargo, sólo tengo una compañera porque una de las habitaciones está vacía. Mi compañera es una chica francesa muy maja, pero de este ser humano ya os hablaré más adelante...
Como decía, el apartamento es muy pequeño y el edificio tampoco resalta por su limpieza.
Lo mejor que tiene mi habitación es la vista. ¿Qué os parece?



¿Y de noche?

La verdad es que las fotos a secas no son gran cosa pero aquí cambia mucho. Es mucho mejor.
El "Pirulí" que véis se llama Sky Tower y es el edificio más alto de la ciudad. El que sale en todas las fotos turísticas.
Mi habitación es ésto:


La cocina, a continuación:


El "excusado":


La ducha:

¡Y a tomar viento fresco!

Hasta el cinco.

Nada más llegar a Auckland tenía que ir a la academia para empezar las clases y en el primer día, según me dijeron, tendría que hacer un test de nivel para situarme en un grupo de trabajo.
La verdad es que, con todo el viaje, no estaba yo como para tirar cohetes y creo que si me hubieran hecho el test en japonés me habría dado lo mismo. Quizá en estos casos es mejor así que hacerlo descansado pero la cosa era que no podía relajarme mucho una vez llegara a la isla.
En principio tenía tiempo de sobras de llegar puntualmente porque mi avión aterrizaba a las seis de la mañana pero, con todos los controles, no salí del aeropuerto hasta pasadas las siete y a las nueve tenía el examen.
Para llegar a mi residencia, que está a unos veinte minutos andando de la academia, tuve que coger un autobús que conecta el aeropuerto con la ciudad. La verdad es que no fue muy difícil pero aún así nadie me libró de llegar con media hora de retraso al test.
Al final, después de todo, la cosa no fue tan mal y nada fue demasiado grave.
La academia establece 6 niveles y me han puesto en el 5 así que estoy más contenta que unas pascuas. Estoy en el "Higher intermediate" y os lo digo porque suena más mejor que 5 a secas pero "pal caso" es lo mismo. Además el 5 es un número muy especial para mi porque 5 somos los hermanos Prados, 5 eran los lobitos de la loba y porque si te digo 5, agáchate que te...¡que te vas a dar cuennnnn!




Llegada a Auckland.

Después de Los Angeles se da un cambio importante pero en realidad poco significativo.
Mi buen inglés es substituido por un tío americano, de unos cuarenta y bastante atractivo. Me recordaba a Bruce Willis en la peli "La jungla de cristal". Sí, gran película.
Aunque un cambio así podría ser importante no lo fue tanto porque no intercambié una sola palabra con el tipo.
Mi querido neozelandés seguía bebiendo cervezas mientras yo intentaba ver la película Alien. Sí, grandísima película; mucho mejor que todas las mierdas recientes sobre temas parecidos.
Quedaba menos de una hora para aterrizar en Auckland y yo ya no sabía ni dónde meterme ni qué más hacer. A mi derecha, Bruce Willis se descojonaba con la serie "The Big Bang theory", y a mi izquierda, el neozelandés miraba fijamente el canal de informaciones técnicas del vuelo mientras se bebía otra cerveza.
Finalmente llegamos a Auckland.
Me despido de Bruce Willis con una cordial sonrisa que el responde con la propia en el mismo avión.
Me despido del neozelandés estrechando la mano antes de llegar al primer control de aduanas.
Paso antes por el lavabo y allí me lavo los dientes y me siento un poco más persona.
Llego al control de aduanas y allí debes declarar un montón de cosas.
Las leyes en Nueva Zelanda son muy estrictas.
No puedes introducir ni plantas ni animales en el país y hay una larga retaíla de restricciones sobre alimentos que no puedes pasar por la frontera bajo penas severas de multas si infringes las normas.
Debes declarar si llevas o no material deportivo o calzado de montaña ya que el no hacerlo y ser descubierto también comporta multas, sobretodo, si tu calzado está muy sucio.
Tuve que declarar y enseñar mis bambas y mis botas de montaña pero, por suerte, estaban limpias y no me confiscaron nada.
La sorpresa final llega cuando me someten las maletas a los rayos X y me preguntan por una pelota de juego que me he traído. La pelota es de tela y está rellena de bolitas de plástico.
Uno de los controladores me dice que se la muestre y me pregunta por su contenido. Yo le digo que son "bolitas de plástico". El tío, cuchillo en mano, consigue sacar una de las bolitas del interior e intenta partirla en dos sin éxito. Supongo que quería comprobar si era una lenteja o algo similar. Algún tipo de planta foranea que vaya a destruir su ecosistema, vamos.
Al final no pierdo la pelota y consigo, por fin, llegar a Auckland.
El cielo es de un azul luminoso. Desde el autobús diviso los primeros prados y las primeras ovejas. Hay una combinación increible de árboles exóticos y coníferas de más de treinta metros. Los coches circulan por la izquierda. Hablo con Marc por teléfono. Me siento muy feliz. Miro por la ventana y veo los primeros gorriones comunes de este precioso y lejano país. Me encantan.



martes, 20 de octubre de 2009

Mi periplo hasta Los Angeles.

Cuando "cogí" el avión definitivo sentí un alivio que no os imagináis.
El avión que me tenía que llevar a Auckland era de los que yo llamo atómicos porque tenía de todo para entretenerme.
Cada asiento tenía su pantallita de televisión individual con juegos, películas, series de televisión y música "a tutiplén". Vamos que con tu propio mando a distancia podías sentirte con un gran poder en tus manos, algo de agradecer teniendo en cuenta que tenía que pasarme ahí dentro unas 27 horas.
Sin duda varios son los puntos a tener en cuenta cuando tienes que viajar solo y durante largo tiempo.El concepto qué hacer mientras tanto es algo importante en estos casos y por suerte, como ya he dicho, eso no fue gran problema.
Otra cuestión es cúal será mi asiento. Que si pasillo, que si ventana...Lo típico.
Mi asiento era el 56J. La letra J me suscitó la palabra "jodido" (sí, ya sé que no soy muy fina) y lo cierto es que, mágicamente o no, el sitio que me tocó se ajustaba bastante a esa descripción porque lo peor que te puede pasar en un vuelo de casi 27 horas es que tu asiento sea el del centro. Vamos que ni puedes gozar de las vistas que ofrece la socorrida ventana ni puedes salir a darte una vuelta o al lavabo sin molestar a nadie si es que te sientas en el pasillo. Una cacarruta en toda regla.
Pues bien, aunque el qué hacer y el cual será mi asiento son importantes lo definitivo para que tu viaje no sea un horror es el punto quien me va tocar a mi lado. Este punto puede, bien anular las ventajas conseguidas en los puntos anteriores, o compensar tu mala suerte con los mismos.
Osea, que puede darse el caso de caer en el asiento del medio y no tener más que pelis coreanas para ver, pero que te toque alguien agradable como compañero y hasta pases un buen viaje. O lo contrario, te toca la ventana( que es lo que más me gusta), tienes un cartel de cine que ya quisieran muchos festivales pero tu compañero es alguien salido del infierno. Un ser humano desagradable que se mueve a golpes, hace ruidos con sus fosas nasales y huele a gato muerto. Conclusión: prefiero el primero de los casos expuestos.
Mi caso en este viaje fue a caballo entre estas posibilidades.
Mi compañero de la ventana era un inglés de unos cincuenta y tantos que olía bien y se dirigía a Los Angeles para ver a su pareja. Calzaba botines puntiagudos de color marrón y llevaba una camisa de color rosa.
Mi compañero del pasillo, mi aduanero, era un granjero neozelandés de más de sesenta años. Llevaba un bigote desaliñado, suéter marrón y pantalones de pana. No llevaba las botas cachondas del inglés sino unas bambas de color negro con cordones blancos, olía a algo que no sé definir pero que no era muy agradable y retornaba a Nueva Zelanda después de haber enterrado a su padre.
Ambos tenían ojos azules.
El tipo inglés hablaba con un acento que, milagrosamente, podía entender casi en su totalidad. El neozelandés tenía un acento que hizo cuestionarme mi supervivencia en su país.
El tipo inglés hablaba, charlaba conmigo de forma relajada, sin forzar la situación. El neozelandés, no en pocas ocasiones, me golpeó el brazo para señalarme algo que a él le parecía muy gracioso mientras en su idioma del carajo me lo explicaba.
El inglés se bebió un zumo de manzana y un par de 7'ups mientras que el neozelandés se cascó media docena de latas de cervezas.
El inglés se despidió de mi en Los Angeles. El neozelandés estuvo a mi lado las 27 horas del viaje.
El hombre neozelandés era "agradable en general" pero era de ese tipo de gente que se cree muy graciosa. Por ejemplo, después de ni sé las horas de vuelo, venía la azafata a ofrecer agua y el tío decía "Yes, please" y en lugar de coger uno de los vasos que ofrecía la señora y esperar a que se lo rellenara el tipo ofrecía su lata de cerveza vacía como si fuera una gracia. Al final en realidad no quería agua y podías ver como la azafata se contenía para no enviar al buen hombre a la mierda.
En alguna ocasión opté por hacerme la dormida para que no me dijera nada. Sí lo confieso, ¿pero cómo estariáis vosotros con alguien así después de 20 horas? Pues un poco hasta las pelotas, hablando en cristiano raso.
Cuando llegamos a Los Angeles los americanos, y ahí quiero llegar yo, te esperan con sus leyes aduaneras de las narices. Osea, que llegas a suelo americano y tienen que ficharte no sea que, por intervención divina, puedas salir de la sala donde te meten y te instales en su país ilegalmente.
Sales del avión después de 14 horas y tu recibimiento es a cargo de una robusta mujer negra que, aunque sospechas que es hip-hopera en su tiempo libre, viste falda y americana y está allí puesta para decirte, a gritos, que te instales en la fila 1 si te quedas en Los Angeles o que vayas a la fila 2 si estás de parada técnica. Lo hace a gritos.
Como si fuéramos ganado a punto de caramelo para el matadero, la mayoría de los pasajeros nos quedamos en la maldita fila 2. La fila que conduce a la triste sala de espera que puedes observar mientras la rapera sigue con su matraca. La situación es bastante surrealista porque para ti es "tu segunda tarde del día" y estás agotado. Para la rapera somos muñecos sin alma y no personas que venimos del otro lado del océano atlántico. No piensa en personas que, como en mi caso, han hecho este trance junto a un hombre neozelandés que podrías asesinar a sangre fría. A la rapera le importa un huevo si has hecho el viaje junto a ese tipo o junto a un orco salido de la peli del Señor de los Anillos. De hecho seguro que hasta tiene instrucciones claras sobre la matraca que tiene que pegar. Y punto.
Pues después de la rapera viene la sala de los selladores de pasaporte. Esta gente te ponen el sello que dice: Vale, has llegado a nuestro país y te dejamos que lo pises con tus miserables pies durante dos horas. Bueno, en el sello no pone eso pero podría ponerlo.
Durante el proceso de "sellado" tienes que permanecer en filas hasta que el tipo que te toque revise tus papeles (que rellenas previamente en el avión), confirme tu pasaporte y te fiche a través de tus huellas dactilares (todas) y tu escaneado de iris.
El tipo que me tocó se llamaba Antonio y en un castellano de lo más borde y metálico me empieza a dar órdenes. Quizá el buen hombre pensó que hablándome en castellano me haría sentir "más mejor" pero lo cierto es que me pareció un puto jilipollas. Con todas las letras. Cuando me fui le dije: gracias Antonio...
En fin, después de la pequeña peregrinación hacia el sellado finalmente llegas hasta la triste sala que ya conocías y que los americanos han tenido la bondad de surtir de frutas y aperitivos gratuitos variados.
No tan grave si no fuera porque allí te encuentras con tu compañero neozelandés y porque después de este trance aún te quedan 13 horas más de vuelo...

Heathrow o "¡como pierda el avión me cagorrr!".


Ya me encuentro ante la puerta de embarque del avión que me llevará a Auckland.
No veas tú el miedo que tenía yo de quedarme en suelo británico con los hijos de la Gran Bretaña. La verdad es que por más que “cojas” aviones tengo la sensación que nunca se deja de tener miedo a perderlos o a aparecer, de manera surrealista, montado en uno que no sea el correcto.
En esta ocasión mi miedo absurdo (o no) era el de no ser capaz de enlazar bien en el aeropuerto de Heathrow y perder mi vuelo a Auckland. ¿Tú te imaginas?
Pierdo el vuelo de esta forma y yo creo que opto por ocultárselo a todo el mundo.
Imagino que me quedo, muy a mi desgracia, en la ciudad de Londres y busco trabajo de friegaplatos en cualquier hotel o garito que se preste a tenerme como medioesclava hasta que consiga reunir el dinero suficiente para, de un lado, conseguir un billete que me lleve a Auckland antes de que Marc se presente allí y, de otro, reunir las pelas de la beca que el Ministerio me dió y que tendría que devolver por no hacer el puñetero curso de inglés que contraté. Sobre la supervivencia en esta ciudad mejor ni hablamos...¡Tendría que ser una “homeless” (persona sin hogar, en cristiano) durante seis semanas! Mi comunicación con Marc y parientes sería siempre falseada. Colgaría fotos de Nueva Zelanda halladas en internet y “photoshopeadas” a lo cutre con mi imagen lejana incrustada en el paisaje. Pasaría mi tiempo penosamente hasta que, finalmente y de manera milagrosa, lograría reunir el dinero necesario para llegar a Auckland y encontrarme con Marc que, extrañado, apreciaría que mi tono de piel es incluso más blanco de lo normal y que mi acento, en el mejor de los casos, suena muy distinto al esperado o peor sigo sin tener ni puta idea...
Miro la puerta de embarque número 50, ante mis narices, y siento un alivio que ni os imagináis.
Próxima parada: Los Ángeles.

viernes, 16 de octubre de 2009

Nuestra primera sauna.

El pasado miércoles decidimos ir a los Baños de Paquis y disfrutar, por primera vez allí, de una sauna.
Con el Beso azotando estos días, el lago ofrece una estampa bien distinta a la veraniega y es muy curioso ver como las olas que se forman le dan un aspecto de lo más marítimo. De hecho, el otro día salí a correr y vi, por primera vez en mi vida, gente practicando windsurf en el lago. Bastante curioso, pensé yo.
Lo del tema de la sauna estuvo muy bien porque la única experiencia previa que había tenido yo sobre el tema fue en las instalaciones de Caldea que, situadas en Andorra, parecen más un parque de atracciones que un balneario. Vamos que cuando entrabas en Caldea, en lugar de encontrar un lugar de silencio y recogimiento, te sentías como en Port Aventura Spa y era muy normal oir a la gente gritando frases del tipo: "¡¡Coñooooo, Manolo qué frío!" o "¡¡Joderrrrr, que me achicharrooooo!!. Supongo que el ser ibérico da un sentido exagerado a todo lo que digo pero así fue la cosa y no como te lo venden en su web.
En los Baños de Paquis (Bains des Pâquis para los ginebrinos de bien) el tema parece más serio que en Caldea o cuanto menos todo lo riguroso que debe ser para que hagas una sesión de sauna y no un Aquarama.
Para entrar a la sauna es necesario, aunque no obligatorio, ir desnudo y llevar contigo dos toallas por temas de higiene.
En primer lugar me gustaría decir que cuando se lo propuse a Marc el tío parecía, entre broma y no broma, que eso de estar en cueros entre desconocidos no le hacía mucha gracia pero la verdad es que al final estuvo muy bien. Y no podía ser de otra manera.
Nos atendió un "pedacho de negro buenorro" que, desgraciadamente, hablaba sólo francés y cuando le preguntamos sobre el ir en bolingas creimos entender que había que ir de esa guisa sí o sí. A saber lo que el buen hombre nos dijo.
Bueno, llegamos al vestuario que te asignan y nos cambiamos para salir del mismo sólo con el par de toallas enrolladas al cuerpo y con las chancletas. A todo esto, el Beso haciendo de las suyas.
Llegamos al baño turco cuando, sorpresa, está lleno de tíos en pelotas y dos tías (dos) con el bikini. Como habíamos cogido los bañadores, por si acaso, pues me lo pongo y me meto en la sala con todos aquellos seres humanos, las dos tías en bikini y Marc que, mira tú por donde y contra su timidez, decide, como Diós manda, quedarse en cueros picados.
Marc, más vergonzoso ahí donde no lo parece, me bromeaba sobre el morro que yo tenía con mi bikini y lo cierto fue que me parecía de lo más ridículo llevarlo puesto. En fin, respeto que haya quien prefiera hacerlo pero me parece a mi como un poco injusto que tú le puedas ver el pandero a todo el mundo y que, ni que sea por camaradería o por tradición, no hagas lo mismo. Bueno pues estuve con el bikini cinco minutos y la verdad es que desnudo se está mucho mejor.
Supuestamente las saunas no son tradicionalmente mixtas y por ello Bains de Pâquis ofrece a las mujeres un día sólo para ellas y la posibilidad a diario de ir a las salas destinadas sólo para mujeres. Las chicas que optaron por quedarse en bikini iban, como yo, también con sus novios. Osea que fueron a las salas mixtas pero con el bikini puesto. Debo decir que uno de los novios también lo llevaba y que, en cualquiera de los casos, no me parece mal o algo criticable. Lo único que digo es que no lo acabo de entender.
La verdad es que la sauna no tiene nada de "sexual" y yo siempre he pensado que las personas desnudas parecemos más primates que personas. Vamos que en pelotas, con esa luz que no ves nada y con el vapor te sientes como si formaras parte de uno de esos grupos de macacos de cara roja. Igualines a estos de aquí abajo:

Por otro lado a mi me da que el misterio que ofrece la ropa puesta es muy superior al del Nada por aquí nada por allí. De hecho parece que cuando estás desnudo existe una norma no escrita que es la de La línea de los hombros o lo que es lo mismo, que si se te sienta otro de los macacos a tu lado no le miras, jamás, por debajo de la línea de sus hombros porque él a su vez hará lo propio. Cual sistema infalible, nadie mira directamente los genitales o las lolas de nadie casi como si, al hacerlo, tus ojos se fueran a carbonizar instantaneamente o algo peor nada más cruzar la dichosa línea. Y funciona.
Vamos que, resumiendo, lo de ir en pelotillas entre "primates" y sentirte un macaco más pues es muy relajante, divertido y saludable.
Ya estoy deseando que vengan nuevas visitas a Ginebra para el despelote general.

jueves, 15 de octubre de 2009

Me congelo.

Desde hace casi una semana, un viento helado sacude Ginebra y vayas donde vayas te crujen los huesos. Y suerte que ni yo soy friolera ni estamos en pleno invierno...
Según me dijo Stella, este viento se llama Besier, o lo que es lo mismo, Beso en cristiano.
Stella es una chica que tiene, atención amigos, triple nacionalidad. Triple!
Es española (por tener madre alicantina), italiana (por tener padre del norte de Italia) y Suiza después de haber nacido en Ginebra y superar, a la edad de 10 años, los exámenes pertientes de nacionalización. No está mal ¿eh?
Pues esta chica, a la que doy crédito en sus conocimientos eólicos sobre la ciudad, me dijo que el viento helado así se llama.
Beso. Vaya tela...
La verdad, no sé a quien se le ocurrió llamar así a un viento que te congela.
Caminar apretando los dientes no me hace pensar, precisamente, en el bienestar que produce recibir besos. Será que el frío no me inspira o que no malgastaría una palabra así con un viento tan traidor, por muy bonito que quede o por mucho que haya besos que también te dejen congelado.

El otro secreto de Mme García.

Ayer finalmente pude hacer mi colada y no fue necesario seguir las instrucciones sobre el asesinato de zombies con la conserje.
Nuestra conserje, Mdme. García, es una mujer muy maja de origen gallego que, junto a su marido, se encarga "supuestamente" del mantenimiento del edificio donde vivimos. Ayer, sin embargo, nada en su actitud me demostró que colaborase con el gobierno suizo ocultando pruebas pero quizá mi razonamiento es sólo el de una demente que, por falta de ocupaciones, no puede evitar fantasear con ciertas cosas. ¿Qué estoy diciendo? Eso es imposible porque Mme García tiene que ocultar algo. ¡Seguro!
En fin.
El matrimonio García es lo que diríamos el típico matrimonio que yo denomino "Pin y Pon". Por supuesto, me explicaré.
Cuando te encuentras con "Parejas de larga duración" (osea parejas que milagrosamente se han aguantado más de 25 años) puedes observar que los componentes de la misma pueden hacer mutaciones muy interesantes. De un extremo podríamos tener a los individuos del grupo "No nos conocemos de nada" y que son fácilmente reconocibles porque cada miembro de la pareja parece cada día más distinto del otro, y del otro, a los que yo llamo "Pin y Pon" porque, como los malditos muñequitos color pastel, ambos cónyuges parecen tan iguales que si no fuera por el pelo dirías que más que una pareja parecen hermanos. Imposible, muy a menudo y ambos casos, dar crédito a que hayan sido novios o que incluso en el presente se acuesten en la misma piltra...Y sin embargo aguantan el tipo.
Personalmente me resulta más interesante el modelo "No nos conocemos de nada" por la sentimental familiaridad que me acerca al mismo y sospecho que todos nos movemos entre el "No nos conocemos de nada" y el "Pin y Pon".
Bueno pues el matrimonio que nos lleva el edificio es del tipo "Pin y Pon". Vamos que serán matrimonio pero parecen hermanos.
Cosa que me hace pensar que igual no es que sean hermanos sino que en realidad no hay un Messier y una Madame García sino uno sólo. Quizá en realidad es el tío el que, a ratos hace de sí mismo, y a tiempo parcial se viste de mujer gallega fea y se hace pasar por su mujer, la difunta Mme García. Quizá cuando ayer bajé a por las llaves del maldito cuarto de la lavadora le interrumpí su obligado travestimo. Quizá el cuerpo de la Mme García, en realidad una preciosidad venida de la Coruña, yace oculta en el mismísimo cuarto de la lavadora desde hace más de treinta años. Sí, todo esto tiene mucho sentido. Seguiré pensando en ello...

Ah! por si alguien no recuerda los "Pin y Pon" lamento refrescaros la memoria con ésto:




miércoles, 14 de octubre de 2009

El secreto de Mme García.

No sé qué me oculta nuestra conserje pero ya van tres las veces que he bajado hasta su piso para pedirle las llaves del maldito cuarto de la lavadora y no me abre.
¿Será un nuevo secreto de estado?¿El cataclismo zombie ha empezado?¿Lo ha hecho, precisamente, en nuestro maldito cuarto de la lavadora?¿No podía haber pasado ésto a mediados de Diciembre? Por decir algo...
Necesito hacer una colada si es que no quiero irme con mi ropita sucia a las antípodas. Que ya sé que allí tienen lavadoras pero no quiero que lavar mis calcetines sea mi prioridad cuando llegue.
Me voy, de nuevo, a probar suerte. Espero que no haya habido ninguna fuga radioactiva o peor, que la conserje ya sea la novia de Re-animator y tenga que encargarme de ella personalmente.



lunes, 12 de octubre de 2009

Momentazo histórico.

Hoy también se ha producido algo importante. Nada que ver ni con el patinaje ni con quedarse con el culo al aire en el monte. ¡¡¡Hoy he conseguido quedar con alguien que he conocido en Ginebra!!!
He quedado mañana con una chica del curso de inglés que hice. Se llama Stella y mañana hemos quedado para desayunar. No está mal ¿¿¿ehhhh???? Mi primer atisbo de vida social al margen de Marc. ¡¡¡¡Yujuuuuurrrllll!!!



Las cosas que pasan.

Me quedan cinco días para irme a Auckland. El total del vuelo son unas 27 horas aunque, con todo eso de los cambios horarios, me da que la realidad es que te pasas bastante más de un día entre vuelos y estancias anodinas en aeropuertos. Estoy empezando a prepararme para sobrellevar el trago lo mejor posible.
Este último fin de semana (último por ahora) lo hemos pasado tranquilamente.
El sábado nos fuimos a hacer turismo al Decathlon de Annamesse, que está en la vecina Francia, y ya tengo un saco de dormir compacto para hacer acampada en Nueva Zelanda.
Como el día fue lluvioso decidimos hacer "la tarde de la sopa" que es lo mismo que decir que te quedas en casa y preparas una buena sopa para alegrarte el cuerpo. Tranquilamente, vamos.
El Domingo amaneció con un sol espectacular y, cosa rara en nosotros, nos levantamos bastante temprano para aprovecharlo. Nos fuimos a desayunar y después nos fuimos a...redoble de tambores...¡Nos fuimos a patinar!
Por suerte en esta ocasión, Marc no se calzó los patines nada más salir de casa y nos acercamos hasta el lago para comprobar nuestros progresos.
Nuestro estilo es de esos que sólo a ratos parece competente. Por un momento puede parecer que hasta sabes patinar cuando de repente algo sucede y haces un gesto que te quita toda la dignidad que habías acumulado. Todo va bien y de repente empiezas a mover los brazos como un jilipollas o te medioarrodillas para subir una ligera cuestecita. Cuando te repones te das cuenta de que algunas personas a tu alrededor se lo han pasado en grande. Les saludas y ellos te devuelven el saludo con una sonrisa.
Siempre he pensado que lo que hace que algo sea cómico es la existencia de público por lo que cuando te pasa alguna pequeña desgracia tiene que haber alguien para verlo y descojonarse a tu salud. Siempre es así y por eso cuando te caes , te medioresbalas ridículamente o te quedas a cuatro patas lo haces cuando alguien puede verlo y no cuando no hay ni Diós. Y esto es así vayas con patines o no.
Es como cuando te paras a hacer pis en el monte. Siempre se da el caso de que llevas caminando un huevo de rato sin cruzarte con nadie hasta que decides adentrarte en el bosque para llevar a cabo la ardua tarea de quedarte con el culo al aire. Entonces, indefenso, empezarás a oir voces de gente que, mira tú por donde, pasaba por allí en ese instante. En ese momento, con el culo al aire, empiezas a pensar que quizá tu orientación no es la correcta y tu blanco pandero está enfocado hacia una zona de camino recóndito y desconocida para ti. La zona por la que caminan otras personas, puestas ahí instantaneamente para hacer de público. Tú público, si lo prefieres así.
No sé cómo he llegado hasta este punto...¿Será el vuelo que me espera?



viernes, 9 de octubre de 2009

El show de la pantera rosa.


Mi regalo de cumpleaños para Marc fueron unos patines en línea. Hasta aquí todo bien.
El primer día de estreno fue una tarde de la semana pasada en la que quedamos con Ilde para que nos diera las primeras lecciones.
Ilde ya sabe patinar pero algunos de sus consejos nos acojonaron un poquito porque, según su experiencia, lo más importante es aprender a frenar sin los frenos traseros y saber caer. En ese orden, claro está.
Todo ésto se lo habían enseñado sus amigos finlandeses por lo que Ilde ya no lleva los frenos traseros de goma y sabe caer al suelo como los gatos pardos lo hacen sobre los ratones. Por si alguién aún no lo tiene claro, sus amigos finlandeses son todos unos camicaces. Y punto.
Nosotros, Marc y servidora, hicimos eso que tantas vidas salva en esos momentos y que no es otra cosa que hacerse los longuis con los consejos del amigo. Que no estábamos para prescindir de los frenos y mucho menos para partinos la crisma contra el suelo. Con buena técnica, claro.
Marc, que es muy habilidoso, lo hizo muy bien y no se dejó ningún hueso en el intento. Servidora recibió sus patines como uno de esos regalos en los que no sabes si sonreir o echar a correr por lo que en cinco años no los había usado más que una docena de veces. Conclusión: no sé patinar.
Fuimos a patinar al paseo del lago y allí nos encontramos al bueno de Marco (aquel espía italiano de Roma).
Marco, quizá con más sentido común, no patina ni tiene intención de hacerlo porque le parece demasiado tortuoso aprender a estrellarse contra el suelo con buena técnica.
Marc y servidora esperamos lograrlo sin pasar por esas lecciones.
¿Y todo este rollo para qué os lo cuento?
Amigos, lo importante no es que Ilde se prestara a darnos nuestra primera lección. No.
Lo importante es el pasaje que ahora narraré.
Nuestras sesiones de patinaje sumaban la cantidad estratosférica de UNA y Marc, al estilo finlandés, decidió que en su segunda sesión (anteayer) ya podría salir de casa con los patines puestos. Como un profesional.
No conseguí disuadirle y el tío decide que llegar hasta el lago bajando por la inclinada Rue de Lyon será divertido y una buena manera de aprender. De aprender a hostiarse, pensé yo.
Con un sentido común que me honra, decido no sumarme a la locura y bajo pasito a pasito con los patines en la mano. Marc lo hace a mi lado con la técnica patinadora propia de quien se calza los patines por segunda vez. Pero persiste en su hazaña.
Ya en el primer semáforo, a 50 metros de casa, el sujeto tiene problemas para frenar a tiempo y no acabar atropellado y lo consigue echándose, casi literalmente, encima de una ciudadana china que inocentemente pasaba por allí. La china no dice nada aunque seguramente se acordaba de algún pariente de Marc.
Cuando llegamos a la altura del parque de la Rue de Lyon, Marc me recuerda a ese fantástico capítulo de la pantera rosa en la que una bruja le pone unos patines de los que no puede deshacerse. Para muestra:



Pues ahí iba Marc, haciendo eses mientras sus brazos dibujaban círculos repentinos en el aire. Como la pantera rosa. Igualito.
Yo me reía bajo una combinación de pensamientos entre "¡ay,qué risa!" y "¡joder que se mata!".
El momento climático llegó al final de la Rue de Servette donde se unen el tranvía, varios carriles de coches y uno de bici. La calle estaba bastante inclinada y Marc decidió soltarse de mi mano.
En una fracción de segundo sus eses se debaten entre hostiarse contra la tienda de discos o incorporarse a toda velocidad al carril bici. Sus brazos dibujan maravillosos círculos en el aire. A unos metros mi voz suena llamándole como si esa palabra fuera a detener el tiempo y evitar lo inevitable. Marc, cual pantera rosa, deja de agitar sus brazos, detiene sus eses y dibuja una figura parecida a la de la grulla durante el cortejo. Estira sus brazos cual torpes alas, separa sus piernas cual rana saltando a la charca y finalmente cae al suelo en una técnica que ningún finlandés daría por buena.
Creo que el próximo día bajaremos pasito a pasito pero está por ver. Os mantendré informados.