domingo, 1 de diciembre de 2013

¡¡¡¡Skodiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!


31 de Octubre de 2013, último día de la ITV en vigor del Skodi

En una de esas decisiones de ultimísima hora que me caracterizan, decido solventar el problema de la ITV del Skodi y decido ir a las Hispanias para pasarle la ITV esa misma tarde. Con un par (de neuronas, sí). Bueno, vaya por delante que el espíritu de semejante hazaña era similar al que se tiene al echar una primi

A las 4:30 de la mañana suena el despertador y a las 5:00 me despido de Mi Hombre. "Llámame en un par de horas para ver dónde estás", me dice. Salgo por la puerta y diez segundos más tarde estoy en el Skodi. Constato que a esas horas en nuestro pueblo hace un frío de tres pares y que el Skodi está congelado. Tras un minuto de conducción, decido encender la calefacción pero como el ventilador está estropeado sólo puedo ponerlo a máxima potencia. El Skodi deja de estar congelado y yo tomo la autovía. 

Un par de minutos sobre la autovía y Skodi empieza a sacar un humo negro-negrísimo por el tubo de escape. Apago la calefacción a máxima potencia pero el humo negro-negrísimo sigue saliendo. Constato además que, por más que acelero, Skodi no avanza. Me paro en la cuneta y Skodi sucumbe. Miro por el retrovisor y sólo veo la nube negra-negrísima. Con el mismo espíritu con el que se echa la primi, vuelvo a encender el coche. La lotería me toca y Skodi despierta. El pobre despierta pero sólo circula a 20 Km por hora...

Han pasado 15 minutos desde que saliera de casa y decido llamar a Mi Hombre. Con voz soñolienta, Mi Hombre me coge el teléfono. Me pregunta por mi paradero y yo le digo: "Pues que no he llegado ni al CERN...¡Reza para que llegue a casa!"

A casa llego y dejo a Skodi en nuestra plaza exterior. Y ahí sigue mi fiel amigo quien, hasta en su último suspiro, tuvo la delicadeza de no dejarme tirada.

Y hasta aquí la trepidante aventura de intentar pasar la ITV, a las bravas, el mismo día que ésta caduca. ¡Y viviendo en las Francias, oiga!

"Sinceramente, pa'mear y no echar gota"

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El coñazo de comprar un coche nuevo (Vol.3)

Bueno, hablar ahora de ésto es como hablar de algo muy lejano en la historia pero, si no recuerdo mal, en el segundo capítulo de la serie, habíamos despedido a Kojak para ir al despacho del especialista en personal diplomático. ¡Sí, ahí estábamos! Por lo tanto...

Abandonamos a Kojak y entramos en el despacho del especialista en personal diplomático...

Kojak se queda en su mesa y ahí que seguimos, cual perritos falderos, a nuestro nuevo hombre. Un tipo alto, de unos cuarenta, con barba y gafas. Para mi gusto, bastante más anodino que Máximo Pradera y Kojak aunque se trate del especialista en personal diplomático y, un tanto orgulloso, cuando así se autoproclama. Con él bordeamos el rincón Nespresso, subimos una escalera y llegamos, finalmente, a su despacho. Una sala bastante grande y acristalada que permite ver toda la tienda y las maravillas tecnológicas que Kojak nos mostró momentos antes.

Tomamos sitio y el tipo nos somete al típico cuestionario. Como siempre la pregunta recurrente es relativa a la potencia que deseamos en nuestro motor. Cada vez que el tipo dice la palabra potencia, ésta parece emerger de sus labios como si fuera una exhalacion de humo denso. La potencia parece inundar el despacho y el tipo parece disfrutar articular la palabra como Fidel Castro debe hacerlo fumando sus habanos. Uno de esos misterios que nosotros no entendemos, claro.

Nosotros le respondemos que lo de la potencia, en cristiano del raso, nos la sopla y que no somos superlocos de los vehículos. El tipo parece pestañear varias veces tras sus gafas pero prosigue con el interrogatorio. Que si queremos diesel o gasolina. Que si queremos cuero en los asientos o no sé qué tejido. Que si queremos pintura metalizada o un color sólido...  

Nosotros venimos de Skoda y de tener una conversación con Máximo Pradera. Después hemos pasado un rato con Kojak viendo maleteros de coches ideales para hacer el próximo mundial de fútbol. Estamos cansados y nuestra Cachorra empieza a estar demasiado inquieta en mis piernas.

Le decimos al tipo que queremos un coche familiar y que no necesitamos una potencia digna de competir con el Concorde...

El vendendor entiende, inmediatamente, que a nosotros no nos van las pijadas de botones y que lo de tener un GPS, para circular por nuestro pueblo, nos parece una chorrada. Tras sus gafas sabemos que él ya sabe que, si le compramos un coche, va a ser de los pelados. Y punto. 

En ese momento de revelación mística del vendedor, el tipo se quita las gafas y nos formula la siguiente pregunta: "Ustedes...¿Qué coche tienen ahora?"

Y la pregunta nos la formula con la severidad que seguramente el Señor usó cuando se dirigió a Moisés para pedirle que se descalzara por estar en Tierra Santa.

Mi Hombre y yo nos miramos y, no podemos evitarlo, se nos escapa una carcajada de órdago. Le decimos al buen hombre que tenemos un Skodi de casi 14 años y cuando vemos la cara que pone el tipo, no podemos evitarlo, nos reímos más todavía. El vendedor, incluso, hace el esfuerzo de querer acompañarnos pero vemos que a él no le parece nada gracioso tener esa mierda de coche. En fin.

Nuestro querido especialista nos entrega una hoja con precios para diplomáticos y cuando abandonamos la tienda Mi Hombre y yo nos decimos lo mismo: "¡Paso de comprar un coche aquí!"

Abandonamos BMW con la sensación de no pertenecer a no sé qué corriente mística automobilística y regresamos a casa con nuestro Skodi riéndonos aún de la cara de aquel hombre al descubrir que "Misère!" nuestro vehículo era tan deshonroso. Hay que joderse...

martes, 19 de noviembre de 2013

El misterioso caso de las hormonas malditas...

Lo de las hormonas es un misterio y de los gordos. Si usted es hombre este misterio, seguramente, se la sudará soberanamente. Pero si usted es hombre y vive con una mujer, posiblemente, este misterio le parecerá aún mayor que el del Santo Grial. 

Mi relación con mis hormonas ha sido siempre bastante pacífica. Mis menstruaciones siempre fueron regulares, breves y, sobretodo, indoloras. El chollo de las reglas, vamos. Nada que ver con esos episodios menstruales donde la regla maldita secuestra a tu novia o a tu amiga y te la convierte en Lucifer. Nada de eso. Bueno, eso creo yo, claro...

Sea como sea, como mujer, una puede hacerse preguntas insospechadas sobre las hormonas sin saberlo.

Un día te cruzas con Paca la del Kiosko y una conversación banal te pertuba tu existencia. Paca está en la sesentena y te confiesa, así a las bravas, que no para de sudar. Y así le pasa aunque estemos en febrero y haga un frío de tres pares. Paca es de esas mujeres recias que habla dando manotazos y cuando se despide te da un meneo que te parte. Se aleja de ti con su abanico y tú te preguntas cómo puede ir con falda y sin medias a 3ºC. 

¿Cuando llegue a la edad de Paca me convertiré en una central térmica andante?¿Pesaré 50 kilos de más?¿Llevaré abanico con motivos floreados y blonda dorada?

Tantas son las preguntas que una se formula que, a medida que pasan los años, empiezas a tratar a las hormonas con mayor respeto. Respeto, sí.

En mi caso, con mis últimos episodios frustrados de maternidad me he dado cuenta de que las hormonas son mucho más importantes de lo que nunca antes había pensado. Intervienen en silencio en nuestro equilibrio emocional y en lo que consideramos nuestro yo. Crean y modifican nuestro yo permanentemente y ahora lamento mucho haber infravalorado su poder en algunas ocasiones. Ocasiones como cuando alguna persona cercana estaba muy deprimida y yo, ingenua estúpida, recomendaba hacer algo como si una persona pudiera separarse de su mente y mandar sobre ella misma. Así de fácil. Así de simple.

Las cosas, claro, nunca son tan fáciles ni tan simples y si una persona tiene depresión es muy probable que su cuerpo no encuentre la fuerza para hacer nada. Es muy posible que la persona sea consciente de lo que pasa y que sepa que debe hacer algo para sentirse mejor pero, precisamente, hacer algo puede llegar a ser imposible. Intentar hacerlo es fundamental pero, aún así, tus hormonas y toda la química implicada van por libre. Tienen su proceso y el hacer algo es útil sólo para sobrellevarlo. Nunca para evitarlo.

Estas semanas me he sentido como en una montaña rusa. Subiendo y bajando a lo loco y sin poder controlarlo. Pero nada divertido. 

Un día recuerdo explicarle a Mi Hombre lo siguiente:

"Mira Mi Hombre, yo ahora mismo siento mi cuerpo como si fuera un submarino soviético destartalado con tripulación española...Me imagino algo así como que, en lo más profundo del pacífico, el montón de chatarra se pone en alerta. Todo los pasillos se vuelven oscuros y en ellos tintinean luces rojas de emergencia. De repente se oye: ¡¡¡Insuflen presión al reactooor!!! y acto seguido se oye....Manoloooooooo que te has pasaooooooo....Y por culpa del Manolo de los cojones la presión se pasa tres pueblos y a mí me da un soponcio..."

Por la cara que Mi Hombre me puso, no sé si ésto se entiende un carajo pero por intentarlo que no quede. 

 "¡¡Manolo!! ¡Tus muertos toós!"

Mensis horribilis

Así podría definir este último mes y sobretodo esta última semana. Esta última semana me la he pasado en blanco aún viéndolo todo muy negro pero creo haber sacado de ella lo necesario para, precisamente, empezar a cambiar el rumbo. 

Las cosas van como van y a veces parece que todo viene junto. Así parece funcionar para lo bueno y para lo malo y en nuestro caso parece que hemos tenido una racha de malo. Supongo que mis hormonas están revolucionadas y que el cambio horario (aunque suene a jilipollez de las gordas) no ha ayudado mucho. Todo proceso tiene sus fases y yo debo asumir que el cuerpo (y la mente con él) necesita su tiempo para reajustarse. En eso creo estar y espero, poco a poco, encontrarme mejor.

Efectivamente llevaba demasiado tiempo sin escribir.¡Muy mal! 

Sé que parece un poco tonto, pero para mí el dedicar un rato a este blog es un ejercicios muy sano. Creo que me ayuda a ver las cosas con otro prisma y siempre he pensado que la realidad, aunque una, puede ser muy diversa, precisamente, en función del prisma que uses. Elemental querido Watson ¿no?

Total, que como le prometí a una Buena Amiga, voy a empezar a poner este despropósito al día. En nuestra conversación via Skype, además de hablar de eso malo también hablamos de todas esas cosas que pasan y que siguen pasando por aquí. Esas cosas que nos hacen reir y que si no fuera por ellas, Virgensita de mi Corasón, no sé qué pasaría.

Vamos a ello.


Una Buena Amiga

Hablo con Buena Amiga por Skype y la conversación empieza con...

-Begontxu, mujer, ¿Cómo lo llevas?

Y acaba, tras una buena hora, con...

-Begontxu, que me tenías preocupada....Que ya sabes que sigo tu blog y cuando veo que ya no explicas tus aventurillas pienso: "aich!" Ánimate, por favor...

-(...)

-Anímate, venga...

-Buena Amiga, tienes razón. Te prometo que esta semana pongo al día el blog.

Vamos a ello. Va por ti, Buena Amiga.

sábado, 19 de octubre de 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

Un chico de Irún

Es muy curioso ver cómo funcionan nuestros recuerdos. A menudo, éstos nos visitan de la forma más inesperada y uno no puede dejar de preguntarse por qué en determinadas ocasiones uno recuerda unas cosas y no otras. Me refiero sobre todo a esos recuerdos que, tras mucho tiempo, parecían simplemente borrados de la memoria pero que, un día, sin saber por qué, nuestra memoria nos los ofrece cual sorpresa para, precisamente, demostrarnos que nunca fueron olvidados en realidad. 

Mientras estuve en el hospital recordé muchas cosas que, erroneamente, creía simplemente haber olvidado. Era de noche y la habitación, con la luz apagada, estaba inundada por esa luz azul nocturna que permite en la oscuridad ver todos los detalles que te rodean. Me costó conciliar el sueño y eché de menos poder seguir leyendo hasta que el cansancio me sedara. No lo hice porque no quería molestar con la luz encendida a mi compañera de habitación aunque más tarde comprobaría que mi compañera, entonces desconocida, seguramente no se habría molestado lo más mínimo por algo así. 

Daba vueltas en mi cama de hospital y no podía dejar de focalizarme en los pequeños detalles que la luz azul nocturna permite ver. Me fijaba en los detalles del techo. En el mando de la cama de hospital y en la cantidad de botones que éstos tienen. Miraba el pulsador de emergencias y el pequeño icono amarillo que pretendía representar a una enfermera. Miraba la cama de mi compañera de habitación. Podía seguir su respiración rítmica a través del movimiento de sus sábanas. Me daba la vuelta y me encontraba con mis manos perfectamente recortadas sobre mi cama. Así estuve un buen rato y, no sé por qué, muchos recuerdos volvieron a visitarme.

Recordé entonces algo que pasó cuando yo tenía unos 17 años. Por aquel entonces yo era una pésima estudiante de secundaria. Un desastre de esos que parecen tener poco arreglo y aquel año, nuevamente, mi curso parecía condenado al fracaso. Supongo que, precisamente por ese fracaso anunciado, lo que recordé pudo pasar. Con mis, creo yo 17 años, y en vistas de no levantar el vuelo, una mañana, creo que de abril, me levanté y, en lugar de ir al instituto, me fui a Barcelona. El día antes había visto en el periódico un anuncio donde una empresa buscaba personal comercial. Decían que no se requería experiencia y, al fin y al cabo, en el instituto tenía poco que hacer. En mi bolsillo debía tener unas 500 pesetas pero eso era suficiente para ir y volver. Quizá hasta me sobrarían veinte duros. El lugar de la entrevista, me acordaré siempre, estaba en la calle Méjico y eso lo recordaré porque la calle Méjico está muy cerca de Plaza España y muy cerca de Plaza España está el Estadio de Atletismo Joan Serrahima. Mi pista de entrenamiento durante casi toda mi vida como atleta.  

Me planté en la dirección donde se harían las entrevistas puntualmente y allí me dieron un formulario a rellenar. A mi alrededor sólo había hombres de mediana edad. Empecé a rellenar el formulario y tras pocos segundos me di cuenta de que nada de lo que estaba haciendo allí tenía sentido. No podía escribir nada más allá de mi nombre y de la dirección donde vivía con mis padres y hermanos. Sin embargo, ya que estaba, me quedé y esperé a que me hicieran la entrevista.

El tipo que me entrevistó fue muy agradable y sospecho que yo debía tener los 17 porque entonces sí podías trabajar con esa edad aunque era muy, muy joven. Charlamos un rato y, cosas de la vida, en la empresa trabajaba una chica que hacía atletismo como yo pero que me caía (nos caíamos) fatal. El hecho de que hiciera atletismo era de lo poco que podía decir que hacía un poco al derecho aunque para aquel tipo no tuviera la más mínina relevancia. La entrevista se acabó y, claro, nunca me volvieron a llamar. 

Cuando salí del edificio el sol brillaba aunque aún hacía fresco. A medida que me alejaba del lugar me sentía mejor y, pese a la desorientación que siempre me acompañaba entonces, me sentí con esperanzas. Con una determinación desconocida para mí hasta ese momento.

Llegué a la estación de metro de Plaza de España y mientras bajaba sus escaleras pude oir que alguien tocaba una guitarra. Lo hacía bastante mal, por cierto. Tras pocos metros descubrí que el guitarrista era un chaval, más o menos de mi edad. Estaba sentado en el pasillo mientras un amigo, de pie, iba pidiendo dinero. Edad similar. El chico que pedía se me acercó con una boina pero yo le dije, literalmente, que no tenía un puto duro y que tenía que volver a casa. Él me dijo que era de Irún, que tampoco tenía un puto duro pero que para estar allí pasando frío, mejor se venía aquí con su amigo a tocar la guitarra. El chico de Irún era uno de esos vascos huesudos de boca pequeña y dientes mal puestos pero, cosas de la vida, atractivo. Charlamos un rato y, no sé por qué, al despedirnos, nos dimos un beso. Así sin más. Su colega seguía tocando igual de mal la guitarra y nosotros nos separamos. Él se quedó allí, en el pasillo, y yo me fui a coger el metro. No sé si al final hasta les di los 20 duros esos que me sobraban. 

Estaba en el hospital y me acordaba del chaval de Irún. Me preguntaba si había tenido algo de suerte y si, quien sabe, ahora mismo se encontraba de nuevo en Irún sin necesidad de un colega que toque tan mal la guitarra para ganar cuatro cuartos. Me preguntaba si tenía hijos. Si también se había hecho maestro. Si quizá se acuerda, de tanto en tanto, de una tía que conoció en el metro y que parecía tan jodida como él por aquel entonces. Una desconocida a la que dió un beso y deseó buena suerte.

No sé por qué me acordé de todo ésto esa noche. Son cosas extrañas, supongo. Pero son bonitas también. Son la vida.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Motivación. Videos para correr y para todo lo demás (Vol.8)

Hoy presentamos: "El fino arte de abrir puertas, ventanas y todo lo que se ponga por delante"

Hace unos días mi madre me hizo reir dándome un consejo de esos que valen un imperio:
  
"Mira nena, mañana será otro día y si se cierra una puerta, se abre la ventana. Y si la ventana no se abre...¡Coges carrerilla y le pegas una patada a la puerta!" 
Ama.

Nunca he visto a mi madre, que es de Bilbao, practicando artes marciales contra las puertas pero su consejo sigue siendo de lo más universal. Muchas gracias, ama. Procuraré seguirlo a pies juntillas.

Y aquí una muestra variada de cómo abrir lo que haga falta en caso de necesidad. Muestras más o menos elegantes y, para qué negarlo, más o menos exitosas. Lo importante, en cualquier caso, es el espíritu. Que no decaiga.














sábado, 12 de octubre de 2013

El día de ayer

El día de ayer fue de los duros. No sabía muy bien si debía o no explicar aquí lo sucedido pero, dado que escribir me relaja y que decidí iniciar este blog para escribir, creo que eso es lo que voy a hacer. Escribir y con ello, también, sentirme mejor.

Mi blog es público desde hace no mucho y decidí que así lo fuera, simplemente, porque para mis amigos y parientes era más fácil poder visitarlo. Sospecho que, pese al cambio, la afluencia de público sigue siendo la misma y no creo que eso vaya a cambiar así que, pese a lo público del asunto, me sigo sintiendo en intimidad. 

Por otro lado, si se diera el caso de que alguien que no me conoce, por azar, acabara leyendo ésto creo que no sería nada grave. Lo más probable es que, simplemente, no encontrara nada de lo que digo interesante y pasara a otra cosa. Lo más improbable es que dicho desconocido decidiera seguir leyendo y se entretuviera con mis historias. Lo más bonito sería que, si eso pasara, lo que quiero explicar ahora pudiera serle de ayuda si es que se siente cercano al asunto. 

Dicho ésto, empezaré por el principio.

Ayer tuvimos nuestra segunda visita ginecológica y, desgraciadamente, nos llevamos una gran desilusión. El corazón del bebé se había detenido y parecía haberlo hecho hacía ya una semana. Aunque el embrión, ya sin vida, seguía en mi útero nuestro embarazo se había truncado. Puesto que tuve algunas pérdidas, el ginecólogo me administró progesterona para remediarlas y quizá ésto, sumado a mis ganas, explica que mi cuerpo no se deshiciera del embarazo de manera natural. Dadas las circunstancias, y más allá del golpe que supuso enfrentarse a la realidad, tuve que someterme a un aborto de urgencia. El día que esperábamos con tantas ganas acabó en el hospital y conmigo pasando mi primera noche de ingreso hospitalario desde que pariese a mi hija. 

La primera de nuestras visitas, de hecho, tuvo lugar hace dos semanas y ahí confirmamos que ciertamente estaba embarazada y que el embrión estaba bien. Su corazón latía y todo parecía normal. Tenía algunas pérdidas pero, tras oir el latido, no parecían graves. Yo me encontraba bien y todo parecía indicar que, en esta ocasión, el embarazo iba a continuar.  Eso era algo muy importante porque, tan sólo unos meses antes, tuve otro aborto pero en ese caso fue de forma natural y no llegué a hacer ni la primera visita ginecológica. Cuando tuve ese aborto fue en urgencias donde hice mi primera ecografía para confirmar que, desgraciadamente, mi útero ya estaba vacío. Había tenido lo que se conoce como aborto espontaneo. Un aborto natural que normalmente se produce entre la sexta y la octava semana debido, principalmente, a problemas cromosómicos del embrión. En otras palabras, el aborto se produce porque el embrión tiene algún defecto genético que lo hace inviable para la vida. Sorprendentemente, descubrí entonces que este fenómeno pasa más a menudo de lo que pensaríamos y entonces, pese a la desilusión, asumí que la estadística me estaba simplemente ajustando al canon. Fue difícil pero creimos que en la siguiente ocasión todo resultaría mejor.

La segunda ocasión se presentó hace nueve semanas pero desgraciadamente tampoco ha surtido. Tengo muchas preguntas y necesidad de respuestas. No sé si la estadística (tan fría e impersonal) está volviendo a ajustarme al más doloroso de sus cánones. Quizá mis dos abortos seguidos han sido simplemente fruto del azar y yo represento a ese escaso porcentaje de mujeres que lo sufren estando perfectamente sanas y sin problemas para procrear. Algo me dice que eso es, estadísticamente, posible. Pero algo me dice también que lo más probable es que, quizá, algo esté pasando y no lo sepamos todavía. Pero en realidad no sé nada de todo eso.

De momento lo único que sé es que hoy parece un día mejor que ayer. No siento dolores aunque me siento cansada. Supongo que es simplemente normal y que mañana, seguro, el día será mejor que hoy. Y el siguiente, mejor que mañana. En eso estamos ahora. En eso seguiremos mañana.

Con la decepción del primer aborto intentamos mantener en secreto, por así decirlo, esta nueva oportunidad. No queríamos tener que dar malas noticias a nadie. Ahora pienso que no compartir ciertas cosas es también un error. Me encantaría poder charlar con la gente que quiero para decirles que lamento que quizá sepan de todo ésto en este momento. No pretendía que esto sucediera así. Deseaba mucho poder anunciaros que estaba embarazada y que todo iba bien. Pensaba que eso sucedería en tan solo un par de semanas. Ahora pienso que quizá también fue un error no decir que me encontraba en esta situación. Por todo ésto he decidido escribir aquí sobre lo que ha pasado. Siempre intento explicar aquí cosas que me pasan y hacerlo con humor porque, a mí, no me sale de otra manera. Espero poder hacer eso también pero esto que ha pasado es importante y no sé si ocultarlo me ayuda demasiado. 

Cuando hice mi test de embarazo reinicié mi proyecto de hacer una foto cada día durante un año. Era algo que me prometí, precisamente, cuando tuve mi anterior aborto. Lo reinicié hace un par de semanas copiando a mi querido Edu en el formato y de forma secreta. Quería, y puede sonar estúpido, publicarlo y ofrecéroslo junto a la sorpresa de que esta vez, esta vez sí, estaba embarazada y este año que venía iba a ser el año de mi segundo embarazo. Era algo que me hacía ilusión y que me ayudaba de algún modo.

Ayer con una pena enorme me pregunté también si debía continuar con ese proyecto. Ahora parecía absurdo y totalmente distinto a lo esperado. Ayer lloré mucho pero cuando iba al hospital cogí la cámara y le dije a Marc que sí iba a seguir haciendo la foto del día. Él me dijo que le parecía lo mejor que podía hacer. Pensé que, contrariamente a lo que pudiera parecer, el sentido de aquella promesa que me hice tenía ahora más sentido. Espero seguir con ello y espero que, en este año que tenemos por delante, vuelva a estar embarazada. Que vuelva a estarlo y que, esta vez sí, pueda tener el bebé que queremos tener. Será bonito que sea posible y que, algún día, todas esas imágenes puedan ser un regalo para nosotros. Un resumen en imágenes de un año que fue duro pero que acabó de la mejor manera que uno pueda soñar. Y tengo miedo pero prefiero decirlo. Por lo menos me deshago del miedo a decir que tengo miedo. Sólo por eso ya vale la pena.

Un beso muy grande. Os quiero mucho.


jueves, 10 de octubre de 2013

Motivación. Videos para correr y para todo lo demás (Vol.7)

Hoy presentamos: "Cuando sea mayor quiero ser como..."


Modo de empleo: Substituya el alien por cualquier ser humano que le esté jodiendo la vida o por cualquier ser humano que merezca esa manta de palos. Substituya el homorobot por una excavadora de quinta mano. Eso será lo más parecido y que, tras mucho ahorro, podrá usted comprar una vez se haya hecho mayor. Comience a ahorrar desde YA. Disponga una hucha en su casa con la palabra RIPLEY bien visible. Si su pareja o X le interroga, diga que es para algo importante. No dé más detalles.  


Modo de empleo: Substituya el negratas por cualquier ser humano que le suelte una fresca. Póngase en la piel de la venerable anciana. Visualice ese poder para cuando cumpla los setenta. Ese porte. Ese plas, plas, plas... 


Modo de empleo: ¿No me diga que no ha visto usted esta película? Lo que yo daría por ser como Harry Brown no lo sabe nadie. Lo malo es que yo no he sido marine y mis habilidades darían sólo para hacer copiar 10000 veces "No haré más el hijoputa" a los malnacidos que ajusticie. Sospecho que una pistola y una mano bien abierta repartiendo galletas es un método mucho más efectivo en estos casos. 


Modo de empleo: Qué grande sería ser como Miyagi San y tener ese poder, ¿verdad? ¡No renuncie a ello! Busque una academia de kung fu. No intente hacer en casa el numerito de las botellas. Se dejará las manos hechas unos Cristos y encima tendrá que recogerlo todo haciendo malabares. Busque la academia, hágame caso.


Modo de empleo: Visualice y aprenda la moraleja. Si usted es fumador le viene niquelado. Si no es el caso, no se preocupe. ¿Que a usted le gusta montar en bici? Pues que lo monten en una bici, que le peguen los pies con velcros a los pedales y a seguir rodando. ¿Que  a usted le gusta bailar? ¿O coger setas? ¿O hacer punto de cruz? Contacte con la Fura del Baus. Seguro que esta gente encuentra la manera de solucionarlo.


miércoles, 9 de octubre de 2013

Motivación. Videos para correr y para todo lo demás (Vol. 6)




Modo de empleo: Visionar. Volar.

¡¡MILAGROOOOOO!!

¡¡¡Hoy he dejado a nuestra Cachorra en la guardería y no ha lloradooooooo!!!

El retorno del Ooh la la...

Efectivamente, el Ooh la la ha regresado a mi vida. Ayer mismo empecé un nuevo curso de francés en la misma escuela donde el milagró se obró y conseguí el nivel B2. Increible pero cierto.

En esta ocasión sigo tentando la gracia divina y me he apuntado al nivel C1. Por el momento no me planteo hacer el examen de este nivel pero ya veremos. De momento ahí ha empezado la cosa y la gran diferencia a destacar es que la profesora no es la mujer encantadora del año pasado. La mujer de este año, de nombre Beatrice, parece más seria pero, claro está, igual es otra cachonda y sólo es cuestión de tiempo descubrirlo. 

Resumiendo mucho: Ooh la laaaaaaaaaa, el maldito francés ha vuelto!!!

"Si esta loca sigue adelante con este asunto, emigro. ¡Lo juro!"

lunes, 7 de octubre de 2013

Vade retro Pantoja!

Debido al parón vacacional en las Grecias, el retorno a la guardería de La Cachorra está siendo un pequeño via crucis. Ahora, después de una semana y pico, parece que la cosa va remitiendo. Remitiendo muy poco a poco, pero remitiendo.

Lo peor no es que la pobre criatura empiece a gimotear cuando ve la puerta del recinto o que se me agarre al cuello cual posesa al borde del ataque de nervios. Lo peor es la Pantoja infernal que, ante los lagrimones de mi hija, intenta poseerme. Esa Pantoja que quiere coger a mi niña en volandas y huir con ella al grito de : "Suh muerto tóos! Mi niña hoy no se queda aquí!"

Aunque la Pantoja tiene poderes y métodos de persuasión insospechados, estoy aguantando el tipo. Y lo aguanto pese al dolor de craneo que siempre provoca el emerger de una peineta de palmo sobre mi coronilla. Ésto, lo juro, no es tan fácil como parece...

Cada mañana dejo a La Cachorra en su clase y salgo por la puerta escuchando sus gritos. Tener que lidiar con ella así y con la maldita Pantoja me deja muy mal cuerpo pero siempre me digo que va a superarlo y que, además, tiene que hacerlo. Sólo espero que, por favor, eso suceda más pronto que tarde...

viernes, 4 de octubre de 2013

jueves, 3 de octubre de 2013

El coñazo de comprar un coche nuevo (Vol.2)

Después de visitar el universo Skoda y Mazda de la mano de Máximo Pradera, nuestro viaje a lo desconocido prosigue. La siguiente de nuestras paradas es la galaxia BMW. Nuestro nuevo guía intergaláctico nos espera.

Efectivamente, nos encontramos en el universo BMW. Como ya dijera en el Vol.1, aquí no hay rincón infantil y sí, en cambio, un rincón de lo más achilipú donde sirven cafés Nespresso. Imagino que los cafeles serán gratuitos pero este es un detalle que desconozco. Yo me lo imagino porque, con la pasta que cuestan los BMW, bien podrían invitarte a un café y, de paso, hasta regalarte un par de cafeteras. Digo yo...

Cuando entramos al concesionario lo hacemos con Jone despierta y con la elegancia que nos caracteriza. Preguntamos si podemos ver las voitures y ahí que aparece nuestro vendedor. No tiene nada que ver con Máximo Pradera. Es un tipo clavado a Kojak.


El tipo está bien entrado en la cincuentena pero, la verdad, está en buena forma. Por no tener, no tiene ni barriga y parece de esos hombres que se cuidan. De esos que sí usan cremas y que también se hacen la manicura. 

La camisa que lleva es blanca pero sin bolsillo. Debido a este detalle no sé si fuma y si, en tal caso, también le pega al Marlboro pero os puedo decir que la camisa que lleva está planchada y reluciente. La camisa que lleva es de las güenas. Efectivamente, aunque yo soy una cutre a la que estos detalles se la soplan (y a  mucha honra) no soy ciega. Que sepáis que sé reconocer la elegancia cuando la veo.

Prosigo. 

Tras apretón de manos reglamentario, Kojak nos somete al mismo (y extraño) interrogatorio. Que qué coche queremos, que cuánta potencia deseamos, que cuánto viajamos al año, que cuánto nos gusta conducir. Nosotros le decimos que queremos un coche familiar. Nuestra respuesta comodín.

El tipo nos pide que le sigamos y ahí que vamos. Nos conduce a un coche que es muy bonito pero que no tiene ni cinco puertas. Se trata de un modelo deportivo y yo me pregunto si nuestra respuesta comodín no es, en realidad, poco precisa. 

El coche se trata de un nosécuantos de la Gama 1. Nosotros de coches no sabemos un pimiento y así se lo transmitimos a Kojak quien, encantado, nos explica las maravillas de la Gama 1. Tras un buen rollete, y en castellano, la Gama 1 viene a ser la gama más económica (¡que no barata!) de BMW. Bueno, bueno, bueno. En buena hora se me ocurrió transmitirle tal cual lo que había yo entendido de su explicación. El hombre nos puntualiza que, si bien la Gama 1 tiene un precio más accesible, la calidad sigue siendo BMW. Y tal puntualización nos la hace con el dedo índice levantado. Me dieron ganas de decirle: "Que sí Kojak, pero siguen saliendo más baratos ¿verdad?". Pero me reprimí y ahí que fuimos a ver otro modelo. 

Nos vamos hasta un coche, esta vez sí, familiar. Nos saltamos la Gama 2 y subimos directamente a la Gama 3. Nos es que nos quieran timar (de momento). La Gama 2, por lo visto, no existe pero ese fue un misterio que no quise esclarecer con Kojak.

El coche es el modelo Touring. A mí me suena a Tuning pero este coche ni tiene llantas macarras ni alerones horteras para poner cubatas a medianoche. ¡Qué va! Se trata de un coche con un maletero para ocultar 12 cadáveres sin necesidad de corte. Con un interior cuidado en todos los detalles

Kojak sigue hablando del maletero mientras, de soslayo, echo una mirada a un cartelito y descubro el precio del vehículo. El Tuning, como era de esperar, vale una pasta inhumana.

Dejamos el Tuning y vamos más allá en la galaxia BMW. Pasamos de la Gama 4 y nos vamos a la 5. Que por ahí te la...Bueno, supuestamente tenemos que llamar coche a eso que vimos y no barca con ruedas. El coche, por cierto, es también familiar y el maletero bien podría albergar la Cosa Nostra ejecutada al completo. Viene a costar 100000 CHF. Kojak nos pregunta por nuestra opinión y le decimos que este coche nos viene grande a todos los niveles. Se lo decimos educadamente aunque lo que me habría gustado decirle es que ni harta vino pagaría esa pasta por un coche. "¿Vale, Kojak?" 

Kojak sigue haciendo su trabajo y dejamos a un lado la barca con ruedas para pasar, directamente, al modelo Tanque. Por lo visto se trata de un modelo nosécuantos de la Gama X. De verdad que no entiendo la lógica de las gamas de esta gente. En fin.

El Tanque-X es uno de esos coches enormes que, para rematar el asunto, son 4x4. De esos que, desgraciadamente, no circulan exclusivamente por el desierto australiano sino por tu ciudad. De esos que siempre ocupan dos plazas de parquing a falta se espacio donde meterlos y que en consecuencia siempre te joden tu posible aparcamiento en el centro de tu ciudad en hora punta. De esos coches estoy hablando, sí.

Kojak, cómo no, nos muestra el maletero del Tanque aunque nosotros ya ni le prestamos casi atención. Amablemente le decimos que no estamos interesados en algo así. Obviamente no queremos tener que recurrir a prostituirnos para pagar su precio pero, claro está, ahorramos esta explicación al buen hombre. 

Nuestro hombre se interesa nuevamente por nuestra opinión y, en esta ocasión, no puedo reprimirme y le digo, educadamente, que estos vehículos no me gustan. Kojak parece perder, casi imperceptiblemente, su sonrisa de vendedor y, matado por la curiosidad, me pregunta el porqué. ¿Tendría Kojak uno igualito? En mi tono más educado le digo que "personalmente considero que son demasiado grandes y que, quizá más por culpa de sus conductores que no del vehículo en sí, son un tanto invasivos".  Habría sido muy grande decirle que estos coches tanques me parecen una mierda y que más les valdría a sus dueños gastar la pasta que cuestan en una buena prótesis de pene si es que eso es, en realidad, lo que necesitan. Pero claro, el control-z no se ha inventado para la vida real y me conformo con la primera respuesta. Descafeinada, supuestamente elegante pero absolutamente falsa. 

Viendo que el Tuning se acerca más a lo que buscamos (ejem) ahí que abandonamos la exposición de estrellas de la galaxia BMW y seguimos a Kojak hasta su mesa. Una vez allí, informamos al buen hombre que Mi Hombre trabaja en el CERN y que había llegado a nuestros oidos que BMW tiene condiciones especiales para los cernícolas. Bueno, de hecho, por eso mismo nos dejamos caer por allí...

Kojak, tras permanecer en silencio unos segundos, se levanta de su silla y desaparece. Al cabo de un minuto aparece con otro tipo. Se trata del especialista en operaciones con personal diplomático. Un tipo más joven que, tras apretón de manos reglamentario, nos invita a seguirle hasta su despacho.

Continuará...

 

miércoles, 2 de octubre de 2013

A lo Attenborough

Esta mañana, tras dejar a La Cachorra en la guarderia, me he echado al campo con la intención de dar un paseo y sacar unas fotangas. 

Decido ir a buen ritmo y me tomo además la libertad de atravesar los campos de cultivo de las buenas gentes de mi pueblo. Como estoy en las Francias y no en el estado americano de Missouri, no tengo miedo a que ningún propietario tome represalias aprovechando que además pertenece a la Asociación Nacional del Rifle y ahí que prosigo con mi allanamiento campestre.

En un momento dado, a lo lejos, diviso una manada de vacas plácidamente acostada sobre la hierba. El cielo es plomizo y la hierba presenta un color verde brillante espectacular que, contrastado con el blanco de las vacas, invita a acercarme al grupo. El David Attenborough que llevo dentro me dice que me acerque. "Asérquese Sra. Pradous, la photo va a quedar cojhoniuda!". Mi David Attenborough me habla en español pero con un acento terrible... 

Arriesgando mi vida, decido sortear el cercado eléctrico de ganado. La vida no la pierdo pero me llevo una minieletrocución en el muslo que, inevitablemente, hace que me cague en la madre que parió a Panete. Pero yo ahí sigo. Mi ganado vacuno me espera y el verde de la hierba sigue igual de verde.

Encontrándome a unos cuantos metros de mi objetivo algo catastrófico sucede. Las vacas me han descubierto. Yo me paro. Ellas me miran. Yo sigo parada. Las vacas se miran y, una tras otra, deciden levantarse y alejarse, más si cabe, de un ser humano tan extraño y con un objeto en las manos de dudosa utilidad. A tomar por el saco la manada de vacas durmiente....

El mejor documento del encuentro ha quedado tal que así. Obsérvese la tensión latente del grupo.


Decido abandonar el allanamiento de ese campo y vuelvo a sortear la valla eléctria, esta vez, con mejor suerte.

Recupero un camino vecinal y allí descubro que mis zapatos han quedado así de bonitos...


Ciertamente la vida del David Attenborough aficcionado está llena de obstáculos. Y de barro...



 "Sra. Begounhia, esse percanse con el barrou no es nada. Aquí mi amigou me está dejando la jacket como unos sorrous!"

martes, 1 de octubre de 2013

Motivación. Videos para correr y para todo lo demás (Vol.5)

Hoy presentamos: "Ganar en la derrota"







Y el ejemplo definitivo...



El coñazo de comprar un coche nuevo (Vol.1)

Señoras y señores, empieza nuestra búsqueda de vehículo.

Habiendo pagado los tratamientos paliativos de Skodi (ruego me perdone) decidimos, ya que estábamos, echar un vistazo a los Skoda. 

En Skoda tenían sofás y zona de juegos para niños. Detalle que, en relación al coche a comprar, importa un pito pero que con La Cachorra dormida fue providencial. La Cachorra se pasó la siesta en el sofá y nosotros pudimos mirar los coches y charlar con el vendedor tranquilamente.

El vendedor de Skoda era un tío majete y clavadito a Máximo Pradera. Observo que es fumador porque su camisa blanca tiene un bolsillo y en éste se adivina una cajetilla de tabaco. Fuma Marlboro.
 


Más allá de este parecido sin importancia, el tío tiene la bondad de darnos consejos dignos de alguien que quiere arruinar el concesionario donde trabaja. Nos dice que no compremos el coche en Suiza y que nos vayamos a Francia. Nos dice que él mismo es frontalier (francés residente en las Francias pero que curra en las Suizas) y que nos vayamos a Annemasse (Francia) porque allí están todos los concesionarios. El tío, por otro lado, no nos dice nada que no sepamos pero nos sorprende que nos lo diga tal cual. Yo hasta en broma le digo si realmente trabaja ahí o si es un actor. El tipo se ríe y me dice que prefiere ser legal y decir las cosas como son.¡Olé!

Miramos los coches y ahí confirmamos que nosotros, de coches, ni pajolera idea... 

Máximo Pradera nos plantea dilemas de diversa envergadura tales como nuestro consumo anual de kilómetros, nuestro tipo de conducción o si preferimos cuero o pata de gallo en los asientos. Bueno, la pata de gallo no nos la ofrece (que ya está muy viejuna) pero nos plantea dilemas estéticos similares. Todo muy difícil de responder.

Con cara de boniato, le decimos al buen hombre que queremos un coche familiar. El tipo nos conduce hasta un coche. Abre el maletero y descubro que un maletero de coche puede ser incluso más grande que nuestro antiguo estudio ginebrino. Se trata del Octavia Combi. Muy bonito.
 
El tipo nos sigue planteando dilemas estéticos a lo que Mi Hombre le responde, lo que sería en castellano raso, que todo lo relativo a las estética automovilística se la sopla y que quiere saber qué le va a costar la broma. El hombre nos habla en aproximaciones y nos acompaña a la sección Mazda que también está allí.

Los Mazda son muy bonitos (también) pero lo mejor que tienen es que cada modelo tiene tres acabados. El básico, el medio y el chachi pilongui. Y punto pelota. Lo malo es que, si bien comprar un Mazda te ahorra decisiones tan duras como decidirte por la piel de vaca o el ante azul corinto en los asientos, estos coches valen una mortaja. Son mu caaaaaro, que diría un señor sensato de pueblo.   

Tras despedirnos entre risas con Máximo, abandonamos el universo Skoda-Mazda y, como nos viene de camino, nos vamos a BMW.

El universo BMW parece regirse por leyes distintas. Entramos en la tienda y lo hacemos con La Cachorra ya despierta. En este universo no hay sofás ni, mucho menos, zona infantil. Está claro. La elegancia de un BMW de gama alta quedaría arruinada junto una caja de IKEA (de esas baratas) llena de juguetes usados y un kit de mesa y sillas infantiles de IKEA (de los baratos también). En fin...

Preguntamos si podemos ver las voitures  y ahí que aparece nuestro vendedor.

Continuará...


Skodi, viejo amigo

Como vamos a estar 5 añitos por aquí, hemos decidido dejar de ser unos ilegales y afrancesar la matrícula de Skodi. Para tal acometido llevamos el coche a reparar con la idea de ponerlo a punto para pasar todos los controles que dicho afrancesamiento requieren.

Ayer dejamos a Skodi a las 7 de la mañana en el concesionario Skoda y a las 12:30 recibiamos una llamada de dicho concesionario informándonos del estado del coche. Básicamente nos dijeron que nuestro Skodi, fiel y leal compañero de batallitas on the road, está hecho una ruina. Nosotros pensábamos que había que reparar una ventana (que ni sube ni baja), el ventilador (que sólo funciona a máxima potencia) y el maletero (que ya no se abre desde fuera). ¡Pues no! Resulta que el coche tiene, además, el embrague a punto de perder las bragas y el parachoques de delante a punto de dejarte en bragas en cualquier momento. Conclusión: el bueno de Skodi está en las últimas. 

Ante la eventual defunción definitiva, ayer decidimos dar a Skodi un tratamiento paliativo y, cual ministro español de sanidad, tratar al paciente invirtiendo lo mínimo. Skodi, amigo mío, ruego me perdones algún día por este trato miserable. En fin.

La cosa es que ayer se precipitó en nuestras vidas una de esas tareas coñazo que teníamos reservadas para un futuro: comprar un coche nuevo. Ayer, porque sí, ha empezado nuestro periplo por ese universo llamado automoción y por esos lugares llamados concesionarios. El coñazo, amigos, ya está aquí.


domingo, 29 de septiembre de 2013

¡Y por muchos más!

Mi Hombre ya se ha plantado en los 37 y esa ya es una cifra nada desdeñable. Pese al grosor creciente de la cifra, su portador sigue en buena forma. ¡Doy fe! 

Este año Mi Hombre ha sido agraciado, además, con un regalo de los guapos. Le he regalado un traje de superheroe (vulgarmente llamado neopreno) y no veas lo contento que se puso al descubrirlo. El efecto neopreno es un misterio digno de ser estudiado.

En cuanto dejamos a La Cachorra en la guardería, nos fuimos a nadar al lago. Nuestra particular cita romántica después de más de dos años. Increible pero cierto. 

El lago estaba como un espejo y Baños de Paquis casi desierto. Los patos parecían tan incrédulos al vernos como las cuatro gentes que allí estaban tomado café. Dimos una vuelta al espigón y, aunque suene tonto, fue de lo más especial. El tiempo se nos echó encima y nos tuvimos que quitar el neopreno a toda velocidad porque teníamos que recoger a La cachorra y se nos había hecho tarde. Salimos literalmente corriendo de allí con una alegría que, con el paso de los años, menos capaz soy de definir.

  

Cosas a celebrar

Inicialmente lo de marcharnos a Creta no figuraba en nuestros planes pero ya se sabe que, muy a menudo, la vida tiene otros planes para tí y tu rumbo cambia repentinamente. En esta ocasión, no obstante, el plan inesperado que la vida nos ha deparado es de los buenos. 

Después de muchos intentos y esfuerzo, Marc ha conseguido un nuevo contrato en el CERN y pasará a ser lo que se conoce como personal staff . Lo de staff, en castellano raso y sin toque rimbombante, no es más que pasar a ser contratado directamente por el CERN y, en definitiva, tener un contrato de verdad. 

Marc, hasta ahora, estaba subcontratado y, por no tener, no tenía ni contrato. Estaba trabajando, tal cual, por obra y servicio. Contratado (sin tener contrato) por CMS, asociado a su vez a la Universidad de Wisconsin y, rematando la faena, pagado por el CERN pero, claro está, por un precio más apañado. Resumiendo la cadena de despropósitos, Marc hacía un trabajo por el que recibía menos pasta y menos prestaciones. Y punto. 

Esta nueva etapa profesional de Marc, más allá de ser mejor económicamente hablando, está destinada a durar 5 años. Sí, tenemos 5 años por delante a partir del 1 de Octubre y por eso, con un mes de Septiembre de repentinas vacaciones, nos fuimos a Creta. 

Durante su ardúo proceso de selección tuvimos muchas conversaciones sobre lo mucho que nos cambiaría la vida si finalmente Marc fuera el elegido. Sobre el hecho de vivir una buena temporada aquí y sus implicaciones. Sobre la distancia con los nuestros y el hecho inequívoco de tener una hija nacida española pero francesa de adopción. Sobre llegar a hablar bien francés y, sobretodo, en mi caso poder iniciar aquí una faceta también profesional. Sobre aumentar la familia aquí y tener un nuevo cachorro francés de nacimiento pero quizá español de adopción en un futuro. Sobre un retorno a cinco años vista. Sobre esa sensación de no pertenencia que quizá sólo quien ha vivido algo similar comprende. Sobre muchas cosas que bien, bien, no puedo explicar.

Personalmente creo que es una oportunidad pero también confieso que, como suele pasar, no sabes cómo te sientes ante una experiencia hasta que ésta sucede de verdad y en mi caso, ahora, siento un poco de vértigo. Creo que aquí viviremos muy bien y tenemos la suerte de conocer gente estupenda a los que puedo llamar amigos. Aquí estamos muy bien, sí, pero en cinco años yo me plantaré en los 40. Mantener el contacto con los tuyos no es tan fácil como puede parecer y en cinco años pasa de todo. Cuando llegue el momento de regresar...¿Querremos regresar?¿Realmente regresaremos? Marc, por ejemplo, en 5 años llevará 13 emigrado. Y yo sumaré casi 8...

El vértigo del que hablaba, vamos. Pero no quiero que esto parezca lo que no es. Es, sobretodo, una oportunidad y hay que celebrarlo. Marc además se ha plantado en 37 castañas esta semana y, sumado a todo el rollo que os he soltado, decidimos hacer una cena ayer mismo para celebrar ambas cosas. 

Los asistentes al evento han tenido la oportunidad de participar en otro de mis proyectos absurdos: The pinkglasses show.  

De momento, la cosa está así...


Con cinco años por delante será gracioso ver cuánta gente pasa por casa en todo este tiempo. Y bonito será, con suerte, completar un pedacho de poster enorme que pueda colgar en mi futura casa (quizá en España) cuando esta etapa se acabe. Una manera de llevarnos un trocito de la gentuza majeta que tuvimos la suerte de disfrutar estando aquí.

Como Jone estuvo un tanto plasta con tanta gente en casa, algunos invitados se me escaparon pero espero poder solucionarlo en un futuro. Vamos a estar por aquí un rato para poder hacerlo :)

viernes, 27 de septiembre de 2013

Creta

Estas inesperadas vacaciones nos han llevado hasta Creta y allí nos hemos perdido durante dos buenas semanas.

Hace unos añitos estuvimos en Grecia  pero entonces visitamos la Grecia continental. Esa gran desconocida que poco tiene que ver con las típicas imágenes helénicas de casitas blancas y cúpulas azules sobre un mar turquesa de fondo. Esas típicas imágenes que, digo yo, corresponden a Santorini o Mikonos y que, confieso, no he visitado en mi vida. Esas imágenes que, seguramente sospecho, se deben dinamitar visitando, precisamente, Mikonos y Santorini cuando descubres que allí esas bucólicas imágenenes de calles solitarias han sido substituidas por hordas de turistas y por una banda sonora de los últimos éxitos del verano  más pornomacarra que algún descerebrado haya ideado, supuestamente, para bailar. 

Allí seguramente es imposible echar una foto típica griega. Esa foto con esa puerta azul preciosa enmarcada por una pared blanca immaculada y con una auténtica octogenaria griega vestida de negro mientras sentada, como lo hiciera ya su tatarabuela, fabrica zapatillas de esparto que venderá después en la plaza. La señora tiene a sus pies, además de las zapatillas de esparto tradicionales, un gato rubio dormido placidamente. Un gato precioso que contrasta de manera perfecta con el blanco de la pared, el azul de la puerta y el negro del atuendo de la anciana. Anciana que, para rematar, nos sonríe como si nos invitara a comer sardinas en su casa. Esas sardinas tradicionales que ya hiciera también su tatarabuela y que sigue haciendo en su cocina. Cocina que está dentro de la susodicha casita blanca por la que se accede a través de la puerta azul maravillosa...¡Pues bien! Seguramente la señora tejedora en el Santorini real se ha mudado o ha dejado de tejer zapatillas de esparto porque es un verdadero coñazo. O claro está, quizá usted tiene la megasuerte de topar con la última tejedora de zapatillas de esparto, con la puerta y con el gato rubio (con todo el pack). Lo malo en este caso es que también se encontrará con las hordas de turistas y con la música pornomacarra de fondo. La música, por suerte, no saldrá en la foto pero sí lo hará el italiano hortera con pelo engominado saludando a la cámara. La estampa, no lo dude, no será igual que la postal que le mandó su prima cuando visitó Santorini y le contaba lo maja que era la anciana tejedora en cuestión. No se lo tome mal. Su prima es una cachonda y usted un poco ingenuo...

¡Pero a lo que iba! Nosotros hemos estado en Creta y, resumiendo muchísimo, hemos perreado y comido calamares. Plan simple donde los haya pero reconfortante como pocos. 

Debo decir que venimos absolutamente renovados pero también debo decir que, en mi opinión, Creta está un poco sobrevalorada. Nunca he estado en ninguna de las islas españolas pero sospecho que no tienen nada que envidiar de Creta. Es más, la Costa Brava, ahora que no me oye ningún cretense (que no cretino), le da 300 patadas a Creta.

Al margen de esta crítica, un tanto rastrera, lo mejor de allí es ese viaje en el tiempo a lo que seguramente fue la España de los años sesenta. Allí aún reina la cultura compadre y es muy normal que la gente deje el coche en quinta fila o que el autobús se detenga en plena curva para que un paisano baje a su huerto. Por otro lado lo del idioma me encanta. Me encanta el sonido del griego y ese exotismo, claro está, no lo tendría en Port de la Selva. En Port de la Selva también me ponen una tapa de calamares cojonuda pero entiendo perfectamente lo que dice el tipo de la mesa contigüa. Alguien que, por ejemplo, habla de lo buena que está Scarlett Johanson y de otras apreciaciones que, mientras mastico mis calamares, me interesan lo más mínimo...

Pero si usted lector tiene ganas de ir a Creta, vaya usted tranquilo que los calamares están muy buenos y el pulpo a la brasa ni le cuento.

 

jueves, 5 de septiembre de 2013

Motivación. Videos para correr y para todo lo demás (Vol.4)



Modo de empleo: ¡Lucha, lucha, luchaaaaa! Si está más claro que el copón...



Modo de empleo: ¡Pues tanto de lo mismo!



Modo de empleo: No, aquí no luche...¡Haga caso del diablo!¡Déjese llevar, déjese llevaaaar!



Modo de empleo: Sería muy grande ser como Clint Eastwood pero no intente lo mismo en Las tres mil viviendas o similares. Confórmese con imaginarlo. Visualice ese poder, esa presencia, esos huevos bien puestos...



Modo de empleo: Visualizar. Llorar. Volar.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Hito natatorio

¡¡Hoy he nadado 1500 metros seguidos en la piscina!! (*)

"¡Coño!Al final va a a ser que Diós existe..."

(*) Y en 31:11, señoras y señores. ¡¡¡¡YeeeeeEEeeEeeeEepppaaaaaaaaaa!!!!

Pues a nadar

Parece que mi gemelo ha decidido ser un poco piadoso conmigo y hoy ya me siento mucho mejor. Por lo menos puedo caminar y, aunque creo que me he vuelto a romper, la lesión me parece ahora menos grave. Pero en cualquier caso lo de corretear va a tener que esperar por un tiempo...

Lo de aparcar el corretear es un palo pero, por suerte, siempre se pueden hacer otras cosas y en esas estamos. Gracias al veranete que aún tenemos he podido comprobar que mi gemelo sí me deja nadar y anteayer decidí hacer una serie de 1000 metros por vez primera para ver qué pasaba. La hice tranquilamente y lo que pasó es que pude completarla sin morir ahogada.

Ayer repetimos piscina y volví a nadar 1000 metros pero en esta ocasión no pude resistir la tentación de saber cuánto tardaba. Paré el crono en 21:05 pero lo mejor es que me sentí capaz incluso de nadar más tiempo. Me llegan a decir hace sólo unos meses que podría hacer algo así y no me lo creo. Vamos, que lo de querer es poder.Y que a falta de corretear buenas son tortas...digo piscinas...

"¡JA! Así me río yo de sus miserables 1000 metros. Y haga el favor de decirle al nota de detrás que deje de seguirme o no respondo de mis actos..."

domingo, 1 de septiembre de 2013

Aich...

Ayer nos fuimos a Satigny porque me apetecía mucho participar en la Course du Mandement, una carrera de 7 km con un recorrido un poco empinado. El ambietillo era el bueno de siempre y yo tenía muchas ganas de correr.

Calentando me noté un poco cansada pero pensé que quizá aún no me había recuperado de la Triathlon de Lausanne. En cualquier caso no creía que fuera grave y cuando el disparó sonó, ahí que salí. 

El primer kilómetro me pasé tres pueblos y lo hice a 3:40 aún siendo en subida. Frené un poco y ahí que seguí a una media de algo menos de 4:20. Por primera vez en mucho tiempo estaba corriendo de verdad y me sentía dentro de la carrera. Por delante sólo tenía a un par de chicas y, más a lo lejos, al pelotón de una veintena de hombres. El recorrido era empinado pero tendría que empezar a bajar pronto. El día era perfecto.

¡¡Pues bien!! Paso el cuarto kilómetro en la misma situación y por fin empieza el descenso. Estaba entre viñedos cuando el gemelo derecho me da un aviso. Aminoro y al cabo de nada, el muy ingrato, me suelta un zambobazo que me obliga a parar y a acabar caminando los casi 3 km que me quedaban...

Mientras caminaba, y con una mezcla de emociones diversas, me preguntaba por qué me había pasado. Quizá ese primer kilómetro en subida fue demasiado. O quizá, sí que estaba demasiado cansada y, sumado a lo anterior, pues era de esperar. O quizá una mariposa aleteó en la Polinesia y su energia me llegó a mí concentrada en el zambombazo de las pelotas...  

Lo peor no fue, ni mucho menos, lo de tener que caminar hasta la llegada. Lo peor es que ahora mismo estoy coja y me temo que me he roto el gemelo de mala manera. Aich...


Tiene huevos la cosa...

Las gentes que conozcan a Mi Hombre sabrán que éste puede pasar episodios intermintentes de absoluto aislamiento sensitivo. Estos episodios son más acuciantes cuando el tipo se encuentra enfrascado en sus cosas de espía o cuando está haciendo tareas mundanas que, como batir huevos, requieren toda su atención. El caso de Mi Hombre es tan agudo que puedes estar hablándole a un palmo de la cara y, como tenga su libro maligno de programación en las manos, sencillamente ni se inmuta. Personalmente, y supongo que para no precipitar el divorcio, siempre he pensado que Mi Hombre, además de ser un caso clínico de ser humano monotarea, es sencillamente sordo como una tapia. 

¡Pues bien! Tras su reciente chequeo médico quedamos en el restaurante del CERN y ahí me muestra sus resultados. Con cara muy seria me dice: "Bego, los oidos están..." Suspense mantenido que yo acabo exclamando: "¡¡¡Que estás sordo como una tapia, ¿no?!!! Me sonríe (el muy cabroncete) y me dice: "¡Qué va! ¡Están perfectos y hasta me han preguntado si era músico!" Le arranco los resultados y compruebo que, el muy ser, dice la verdad. Después además tiene  los santos cojones de soltarme que, cuando el doctor le ha dado la noticia, lo que le ha constetado ha sido: "Hostia! Cuando lo sepa mi mujer me va a matar..."

Lo que yo te diga...

Adaptation

La Cachorra ya ha cumplido su primera semana en la guardería y estamos en eso que se llama la adaptación.

Lo de la adaptación no es más que el tiempo que un crío necesita para familiarizarse con el nuevo lugar y sobretodo con sus cuidadoras. O dicho de otro modo, el tiempo que un crío necesita para quedarse de buena gana en la guardería o, cuanto menos, sin berrear desconsoladamente. Este proceso es distinto y variable en su duración en función del niño y sus circunstancias. Elemental, querido Watson.

Según nos dijeron, lo que como padres debemos hacer estos días es, una vez llegamos al aula, estar un rato con nuestro cachorro y, tras tiempo prudencial, despedirnos y salir de la clase sin cambiar de opinión aunque nuestro cachorro no comparta la decisión y llore desesperadamente al vernos marchar. Ésto, que dicho así parece una chorrada, es un tanto difícil incluso para una madre que no tenga el Pantoja Power. Teníamos que enfrentarnos a la separación y hacerlo sin que me saliera un peinetón Pantojil de palmo.



El primer día me quedé con ella en la clase alrededor de una hora. La Cachorra estaba de lo más entretenida jugando con los coches y el parquing. Bueno, la verdad que lo que hacía, más que jugar, era acumular los cochecillos cual tesoro valiosísimo y no dejar que ningún otro crío los tocara. Viendo que parecía entretenida en tal menester decidí despedirme de ella y dejarla, por primera vez, a su suerte. Le di unos besitos, le dije adiós y ahí siguió ella protegiendo su particular parque móvil. Ni lloró ni dijo nada. Cerré la puerta con una sensación extraña y me fui a tomar un café a pocos metros de la guardería con Mi Hombre, que aquella mañana tenía chequeo médico y ya se despidió antes de La Cachorra con el mismo resultado.

Según nos dijeron, en caso de que un crío llore mucho rato siempre se llama a los padres para que lo recojan y allí estuvimos, con nuestro café, esperando dicha llamada. La llamada, efectivamente, se produjo pero no al cabo de un cuarto de hora sino de más de una hora. Regresamos a la guardería y allí nos encontramos a La Cachorra aferrada a una de las verjas del recinto como si fuera una presidiaria. Ahí sí que lloraba y cuando nos vió vino corriendo como una flecha. 

La cuidadora nos dijo que la cosa había ido bien aunque La Cachorra mordió a su ayudante, Nichole...¡Tierra trágame! La buena mujer nos dijo que no pasaba nada, que era normal y que, en cualquier caso, había ido bien. Cuanto menos no hubo más heridos.

Al día siguiente dejamos a La Cachorra y lo hicimos tras sólo unos minutos. Aquí la cosa cambió y al momento se puso a llorar. Nos fuimos sin mirar atrás y con un mal rollete en el cuerpo importante. Convencidos de recibir una llamada a los 20 minutos, decidimos ir a hacer un cafe rápido para estar preparados para el regreso. A los 20 minutos se produjo la llamada pero, milagrosamente, nos dijeron que La Cachorra estaba bien y que se le había pasado. La recogimos al cabo de un par de horas y nos la encontramos de la mano de la mujer que el día antes fue mordida, Nichole. Nos disculpamos mil veces más y la mujer, muy amable, nos dijo que el episodio de las mandíbulas era agua pasada y que La Cachorra ya la aceptaba. En fin...

La semana ha acabado sin más episodios caníbales aunque La Cachorra llora cuando nos vamos. El reencuentro es siempre curiosos porque no sabes cómo te la vas a encontrar. El jueves nos la encontramos correteando por el parque feliz y el viernes en el pasillo de su clase esperando a que le pusieran sus zapatillas con la cara llena de churretones. Cositas que pasan y que me tienen preocupada, la verdad.

Continuará...

lunes, 26 de agosto de 2013

Mañana, otro hito histórico

Mañana tendremos un pequeño momento histórico familiar. ¡La Cachorra va a empezar la guardería!

Mañana sólo será el día de adaptación y los padres tenemos que estar en el aula durante todo el tiempo. Además sólo irá la mitad de la clase y será el jueves cuando todo el grupo se reuna al completo. 

Hoy hemos estado preparando la mochila y ultimando algunos detalles. La mochila que va a llevar nos la regalaron mis compañeras del cole cuando La Cachorra nació y de eso ya hace dos años. Miraba la mochila y recordaba que, al recibirla, pensé que tendría que pasar casi una eternidad para usarla. Esa supuesta eternidad de tiempo ya ha pasado y la mochila de mis compis está sobre nuestra mesa lista para prestar servicio fiel.
 


Mañana es un momento histórico y confieso que me tiene preocupada. La Cachorra me preocupa.

Triathlon de Lausanne.


Ayer amaneció con un cielo infestado de nubarrones negros y con temperaturas poco veraniegas. Los malditos meteorólogos habían acertado y la jornada no iba a ser soleada...

En cualquier caso ayer era domingo y, pese al tiempo, el calendario decía que se celebraba la triathlon de Lausanne. Además de que me había apuntado, no encontramos mejor excusa para iniciar el día de una manera diferente así que ahí que nos fuimos.

Yo no sé si fue por el tiempo amenazante o porque durante todo el viaje en coche a Lausanne tuve  frío, pero el caso es que al principio estaba un poco como desencajada. Conduciendo, por un momento, incluso deseé que pasara algo imprevisto para no tener que meterme en el lago con ese frío. Confieso que deseé pinchar una rueda del coche o perdernos inexplicablemente. Después pensé en William Walace, en que me había preparado y  en que, coño, ya estaba casi en Lausanne y no era plan rajarse de esa manera.

Llegamos a Lausanne un poco justos de tiempo pero tras retirada un poco accidentada del dorsal las ganas volvieron a emerger. Bueno, con el traje de superheroe y tras chapuzón en el lago previo a la carrera, las ganas volvieron a hacerse un poco pequeñas. ¡Qué frío!

En esta ocasión la salida no se hacía desde una playa sinó desde un espigón. La categoría masculina salió antes que la femenina y pocos segundos después del pistoletazo todas pudimos entrar al espigón. Llegó nuestro momento.

Todas las participantes nos dispusimos a lo largo del espigón y allí nos sentamos. Sentada allí, a esas horas mañaneras, me quedé mirando los nubarrones. El cielo, la verdad, estaba bonito. Después me miré las piernes y vi que tenía la piel de gallina. También miré el pelotón de hombres que estaba nadando a un par de centenar de metros de la salida y la marea de hostias que se generaba a su paso. Volví a mirarme las piernas y vi que la piel de gallina seguía allí.   

A mi lado había un grupo de italianas que bromeban sobre el "fredo" y lo "freda" que estaba el agua. Pues sí, mirando mis piernas, eso era evidente. Acto seguido la organización nos invitó a meternos en el agua y allí nos metimos. Con todo, se estaba mejor dentro del agua que fuera. El bocinazo de salida sonó y ya no hubo más tiempo para mirarme la piel de gallina de las piernas. 

Las boyas, por si no lo he dicho antes, estaban como lo estaban en la triathlon de Ginebra. A tomar por culo, vamos. Pero lo peor, en esta ocasión, no fue ese detalle sino lo atrapada que me quedé entre lasa italianas del "fredo" y lo mucho que me costó avanzar. Por momentos lo pasé mal porque no veía nada, no podía orientarme y porque el lago no estaba como una balsa. La corriente era mucho más fuerte que en otras ocasiones y llegar a la primera boya fue muy duro. La llegada a la segunda boya fue algo mejor pero por entonces ya había tragado agua como para hacer un trasvase al Ebro. ¡Y aún me quedaba llegar! 

A falta de 150 metros me separé como pude del grupo aún a sabiendas de hacer más metros y ahí pude ver un poco la luz. Recuperé un poco la compostura y, finalmente, acabé la natación. ¡Qué duro fue! Nada que ver con Ginebra. Aquí no había rémoras pero la marea de hostias fue monumental. Y creo que mi salida fue la propia de una pardilla. Antes del bocinazo me quedé acorralada entre las italianas del "fredo" y, sumado a la corriente, empezar a nadar fue casi imposible. 

Pero nunca nada es tan malo en la vida y de todo se aprende. Aquí unos ejemplos:
Lección 1: Si la salida ya es desde el agua quédate SIEMPRE en primera fila. 
Lección 2: Respetando siempre la lección 1, sal cagando leches y que tu marea de hostias te proteja.
Lección 3: Evita a las malditas italianas del "fredo" cueste lo que cueste. ¿Que las mujeres de tu vera hablan italiano? ¡Corre y busca otro sitio!

Pero bueno, una vez acabada la natación pues a por la bicicleta. La parte ciclista fue más dura que en Ginebra porque el recorrido tenía más cuestas y porque a falta de una vuelta se puso a llover. Pero debo decir que me gustó mucho y que gracias a que he bicicleteado más no fue catastrófico. No obstante, y a punto de cabar la bicicleta, me di cuenta de que bajar de 1:30 iba a ser imposible. 

Acabada la bicicleta tocaba correr y ahí que me puse. Empecé a correr pensando que tenía que intentar rebajar la 1:30 pese a lo difícil del asunto. Pese al acartonamiento de piernas que llevaba la carrera se me da mejor que todo lo anterior y el recorrido es además bien planito. Llovía un poco pero aquí me resulta agradable. Sigo corriendo y me encuentro bien. Me acerco a la meta y veo que quizá sí puedo lograrlo. Aprieto y paro el crono finalmente en 1:30'57. No había conseguido bajar la hora y media pero sí había mejorado el tiempo de Ginebra. Estaba muy contenta.

El sorpresón final llega cuando viendo mis tiempos descubro que en la carrera corrí los 5km en 21 minutos exactos. Nunca antes había corrido los 5km tan rápido y menos después de haber tenido que nadar entre las italianas del "fredo" y cascarme 20km en bicicleta. ¡¡¡Osea, que está de la leche!!! 

Y hoy encima he descubierto que salgo en la selección de fotos que la organización ha colgado en la web.

Premio para el que me encuentre aquí :)