Las gentes que conozcan a Mi Hombre sabrán que éste puede pasar episodios intermintentes de absoluto aislamiento sensitivo. Estos episodios son más acuciantes cuando el tipo se encuentra enfrascado en sus cosas de espía o cuando está haciendo tareas mundanas que, como batir huevos, requieren toda su atención. El caso de Mi Hombre es tan agudo que puedes estar hablándole a un palmo de la cara y, como tenga su libro maligno de programación en las manos, sencillamente ni se inmuta. Personalmente, y supongo que para no precipitar el divorcio, siempre he pensado que Mi Hombre, además de ser un caso clínico de ser humano monotarea, es sencillamente sordo como una tapia.
¡Pues bien! Tras su reciente chequeo médico quedamos en el restaurante del CERN y ahí me muestra sus resultados. Con cara muy seria me dice: "Bego, los oidos están..." Suspense mantenido que yo acabo exclamando: "¡¡¡Que estás sordo como una tapia, ¿no?!!! Me sonríe (el muy cabroncete) y me dice: "¡Qué va! ¡Están perfectos y hasta me han preguntado si era músico!" Le arranco los resultados y compruebo que, el muy ser, dice la verdad. Después además tiene los santos cojones de soltarme que, cuando el doctor le ha dado la noticia, lo que le ha constetado ha sido: "Hostia! Cuando lo sepa mi mujer me va a matar..."
Lo que yo te diga...
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