domingo, 1 de septiembre de 2013

Aich...

Ayer nos fuimos a Satigny porque me apetecía mucho participar en la Course du Mandement, una carrera de 7 km con un recorrido un poco empinado. El ambietillo era el bueno de siempre y yo tenía muchas ganas de correr.

Calentando me noté un poco cansada pero pensé que quizá aún no me había recuperado de la Triathlon de Lausanne. En cualquier caso no creía que fuera grave y cuando el disparó sonó, ahí que salí. 

El primer kilómetro me pasé tres pueblos y lo hice a 3:40 aún siendo en subida. Frené un poco y ahí que seguí a una media de algo menos de 4:20. Por primera vez en mucho tiempo estaba corriendo de verdad y me sentía dentro de la carrera. Por delante sólo tenía a un par de chicas y, más a lo lejos, al pelotón de una veintena de hombres. El recorrido era empinado pero tendría que empezar a bajar pronto. El día era perfecto.

¡¡Pues bien!! Paso el cuarto kilómetro en la misma situación y por fin empieza el descenso. Estaba entre viñedos cuando el gemelo derecho me da un aviso. Aminoro y al cabo de nada, el muy ingrato, me suelta un zambobazo que me obliga a parar y a acabar caminando los casi 3 km que me quedaban...

Mientras caminaba, y con una mezcla de emociones diversas, me preguntaba por qué me había pasado. Quizá ese primer kilómetro en subida fue demasiado. O quizá, sí que estaba demasiado cansada y, sumado a lo anterior, pues era de esperar. O quizá una mariposa aleteó en la Polinesia y su energia me llegó a mí concentrada en el zambombazo de las pelotas...  

Lo peor no fue, ni mucho menos, lo de tener que caminar hasta la llegada. Lo peor es que ahora mismo estoy coja y me temo que me he roto el gemelo de mala manera. Aich...


2 comentarios:

  1. No somos nadie. Pronta recuperación y a seguir correteando por ahí, eso sí, con ritmos adaptados a nuestra edad y condición física y bla, bla, bla...

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