domingo, 29 de septiembre de 2013

¡Y por muchos más!

Mi Hombre ya se ha plantado en los 37 y esa ya es una cifra nada desdeñable. Pese al grosor creciente de la cifra, su portador sigue en buena forma. ¡Doy fe! 

Este año Mi Hombre ha sido agraciado, además, con un regalo de los guapos. Le he regalado un traje de superheroe (vulgarmente llamado neopreno) y no veas lo contento que se puso al descubrirlo. El efecto neopreno es un misterio digno de ser estudiado.

En cuanto dejamos a La Cachorra en la guardería, nos fuimos a nadar al lago. Nuestra particular cita romántica después de más de dos años. Increible pero cierto. 

El lago estaba como un espejo y Baños de Paquis casi desierto. Los patos parecían tan incrédulos al vernos como las cuatro gentes que allí estaban tomado café. Dimos una vuelta al espigón y, aunque suene tonto, fue de lo más especial. El tiempo se nos echó encima y nos tuvimos que quitar el neopreno a toda velocidad porque teníamos que recoger a La cachorra y se nos había hecho tarde. Salimos literalmente corriendo de allí con una alegría que, con el paso de los años, menos capaz soy de definir.

  

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