Inicialmente lo de marcharnos a Creta no figuraba en nuestros planes pero ya se sabe que, muy a menudo, la vida tiene otros planes para tí y tu rumbo cambia repentinamente. En esta ocasión, no obstante, el plan inesperado que la vida nos ha deparado es de los buenos.
Después de muchos intentos y esfuerzo, Marc ha conseguido un nuevo contrato en el CERN y pasará a ser lo que se conoce como personal staff . Lo de staff, en castellano raso y sin toque rimbombante, no es más que pasar a ser contratado directamente por el CERN y, en definitiva, tener un contrato de verdad.
Marc, hasta ahora, estaba subcontratado y, por no tener, no tenía ni contrato. Estaba trabajando, tal cual, por obra y servicio. Contratado (sin tener contrato) por CMS, asociado a su vez a la Universidad de Wisconsin y, rematando la faena, pagado por el CERN pero, claro está, por un precio más apañado. Resumiendo la cadena de despropósitos, Marc hacía un trabajo por el que recibía menos pasta y menos prestaciones. Y punto.
Esta nueva etapa profesional de Marc, más allá de ser mejor económicamente hablando, está destinada a durar 5 años. Sí, tenemos 5 años por delante a partir del 1 de Octubre y por eso, con un mes de Septiembre de repentinas vacaciones, nos fuimos a Creta.
Durante su ardúo proceso de selección tuvimos muchas conversaciones sobre lo mucho que nos cambiaría la vida si finalmente Marc fuera el elegido. Sobre el hecho de vivir una buena temporada aquí y sus implicaciones. Sobre la distancia con los nuestros y el hecho inequívoco de tener una hija nacida española pero francesa de adopción. Sobre llegar a hablar bien francés y, sobretodo, en mi caso poder iniciar aquí una faceta también profesional. Sobre aumentar la familia aquí y tener un nuevo cachorro francés de nacimiento pero quizá español de adopción en un futuro. Sobre un retorno a cinco años vista. Sobre esa sensación de no pertenencia que quizá sólo quien ha vivido algo similar comprende. Sobre muchas cosas que bien, bien, no puedo explicar.
Personalmente creo que es una oportunidad pero también confieso que, como suele pasar, no sabes cómo te sientes ante una experiencia hasta que ésta sucede de verdad y en mi caso, ahora, siento un poco de vértigo. Creo que aquí viviremos muy bien y tenemos la suerte de conocer gente estupenda a los que puedo llamar amigos. Aquí estamos muy bien, sí, pero en cinco años yo me plantaré en los 40. Mantener el contacto con los tuyos no es tan fácil como puede parecer y en cinco años pasa de todo. Cuando llegue el momento de regresar...¿Querremos regresar?¿Realmente regresaremos? Marc, por ejemplo, en 5 años llevará 13 emigrado. Y yo sumaré casi 8...
El vértigo del que hablaba, vamos. Pero no quiero que esto parezca lo que no es. Es, sobretodo, una oportunidad y hay que celebrarlo. Marc además se ha plantado en 37 castañas esta semana y, sumado a todo el rollo que os he soltado, decidimos hacer una cena ayer mismo para celebrar ambas cosas.
Los asistentes al evento han tenido la oportunidad de participar en otro de mis proyectos absurdos: The pinkglasses show.
De momento, la cosa está así...
Con cinco años por delante será gracioso ver cuánta gente pasa por casa
en todo este tiempo. Y bonito será, con suerte, completar un pedacho de
poster enorme que pueda colgar en mi futura casa (quizá en España)
cuando esta etapa se acabe. Una manera de llevarnos un trocito de la gentuza majeta que tuvimos la suerte de disfrutar estando aquí.
Como Jone estuvo un tanto plasta con tanta gente en casa, algunos invitados se me escaparon pero espero poder solucionarlo en un futuro. Vamos a estar por aquí un rato para poder hacerlo :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario