miércoles, 20 de noviembre de 2013

El coñazo de comprar un coche nuevo (Vol.3)

Bueno, hablar ahora de ésto es como hablar de algo muy lejano en la historia pero, si no recuerdo mal, en el segundo capítulo de la serie, habíamos despedido a Kojak para ir al despacho del especialista en personal diplomático. ¡Sí, ahí estábamos! Por lo tanto...

Abandonamos a Kojak y entramos en el despacho del especialista en personal diplomático...

Kojak se queda en su mesa y ahí que seguimos, cual perritos falderos, a nuestro nuevo hombre. Un tipo alto, de unos cuarenta, con barba y gafas. Para mi gusto, bastante más anodino que Máximo Pradera y Kojak aunque se trate del especialista en personal diplomático y, un tanto orgulloso, cuando así se autoproclama. Con él bordeamos el rincón Nespresso, subimos una escalera y llegamos, finalmente, a su despacho. Una sala bastante grande y acristalada que permite ver toda la tienda y las maravillas tecnológicas que Kojak nos mostró momentos antes.

Tomamos sitio y el tipo nos somete al típico cuestionario. Como siempre la pregunta recurrente es relativa a la potencia que deseamos en nuestro motor. Cada vez que el tipo dice la palabra potencia, ésta parece emerger de sus labios como si fuera una exhalacion de humo denso. La potencia parece inundar el despacho y el tipo parece disfrutar articular la palabra como Fidel Castro debe hacerlo fumando sus habanos. Uno de esos misterios que nosotros no entendemos, claro.

Nosotros le respondemos que lo de la potencia, en cristiano del raso, nos la sopla y que no somos superlocos de los vehículos. El tipo parece pestañear varias veces tras sus gafas pero prosigue con el interrogatorio. Que si queremos diesel o gasolina. Que si queremos cuero en los asientos o no sé qué tejido. Que si queremos pintura metalizada o un color sólido...  

Nosotros venimos de Skoda y de tener una conversación con Máximo Pradera. Después hemos pasado un rato con Kojak viendo maleteros de coches ideales para hacer el próximo mundial de fútbol. Estamos cansados y nuestra Cachorra empieza a estar demasiado inquieta en mis piernas.

Le decimos al tipo que queremos un coche familiar y que no necesitamos una potencia digna de competir con el Concorde...

El vendendor entiende, inmediatamente, que a nosotros no nos van las pijadas de botones y que lo de tener un GPS, para circular por nuestro pueblo, nos parece una chorrada. Tras sus gafas sabemos que él ya sabe que, si le compramos un coche, va a ser de los pelados. Y punto. 

En ese momento de revelación mística del vendedor, el tipo se quita las gafas y nos formula la siguiente pregunta: "Ustedes...¿Qué coche tienen ahora?"

Y la pregunta nos la formula con la severidad que seguramente el Señor usó cuando se dirigió a Moisés para pedirle que se descalzara por estar en Tierra Santa.

Mi Hombre y yo nos miramos y, no podemos evitarlo, se nos escapa una carcajada de órdago. Le decimos al buen hombre que tenemos un Skodi de casi 14 años y cuando vemos la cara que pone el tipo, no podemos evitarlo, nos reímos más todavía. El vendedor, incluso, hace el esfuerzo de querer acompañarnos pero vemos que a él no le parece nada gracioso tener esa mierda de coche. En fin.

Nuestro querido especialista nos entrega una hoja con precios para diplomáticos y cuando abandonamos la tienda Mi Hombre y yo nos decimos lo mismo: "¡Paso de comprar un coche aquí!"

Abandonamos BMW con la sensación de no pertenecer a no sé qué corriente mística automobilística y regresamos a casa con nuestro Skodi riéndonos aún de la cara de aquel hombre al descubrir que "Misère!" nuestro vehículo era tan deshonroso. Hay que joderse...

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