Marc llevaba unos días de lo más motivado con la idea de cocinar un pavo relleno al horno. ¡Bueno! tan motivado estaba que pretendía hacerlo un viernes después del trabajo...Que yo de pavo no entiendo nada pero sí he visto una jartá de pelis americanas donde te muestran, bien clarito, que hacer el pavo de acción de gracias es un infierno. ¿Pero qué sería del mundo sin gente intrépida? ¡Pues un soberano coñazo!
Pues dicho y hecho, hoy Marc ha cocinado su pavo y, para dar fe del resultado, hemos invitados a algunos amigos. Los colegas han dado fe y han dado fe de que el pavo ha quedado buenísimo. Lo estaba seguramente porque Marc es un crack y porque el tipo se lo repensó y decidió tomarse toda la mañana del sábado para hacerlo. ¡Y rico, rico! que diría Arguiñano.
Además hemos hecho el tradicional intercambio de libros a lo amigo invisible. ¿Y cómo se hace eso? ¡Pues muy fácil! Primero debe usted tener amigos. Segundo, debe convencer a sus amigos para hacerlo. Tercero, y ya puestos en el tema, usted escoge un libro de su estantería, lo envuelve cual regalo y lo lleva al chabolo donde se vaya a producir el intercambio. Una vez allí, pone su libro junto al resto, hacen un juego para amenizar el intercambio y sales de casa de tu colega con un libro diferente al que llevaste. Fácil, ¿no?
Se supone que lo ideal es coger un libro de tu estantería que consideres recomendable. Osea, se supone que no debes coger el peor libro de la historia para hacer huequito en tu estantería. ¡Ese no es el espíritu! Lo suyo, diríamos, es ofrecer en estos tiempos entrañables algo bueno al prójimo. Como siempre en estos saraos, además de libros güenos siempre acaban apareciendo los truñolibros. Esos libros detestables que no se ha leído ni el autor y que uno desea ver desaparecer de su casa. Lo bueno de estos truñolibros es que, como el turrón, vuelven cada año por navidad y su propietario siempre espera poder desembarazarse de ellos.
Este año los truñolibros han sido:
"¡Todo un clásico!" diréis vosotros, sí. Pero léetelo en inglés....¡Juashhhh!
Este debe ser la hostia pero como seas canadiense y no hables español. ¡Lo flipas, fijo!
¿Queda acaso alguien sobre la faz de la tierra que no lo haya leído? ¡Y lo que ocupa el jodío!
El ganador. El truñolibro del año. Según decían hoy, no falla a ninguna de las citas navideñas y alguien hablaba de un tal Berengueres como del culpable de ponerlo en circulación. ¡Hasta el año que viene, pues!
Ahhhhhh, qué entrañable selección la de esta noche. A mí me ha tocado uno de un tío que hace el camino de Santiago con su burro. Según parece promete. La verdad que esto del intercambio de libros no sería lo mismo sin los truñolibros de por medio. ¡Un brindis por ellos, hombre! ¡Me encantan!
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