domingo, 16 de diciembre de 2012

En compañía de perros.

Después del atracón de ayer, esta mañana, he decidio salir a correr. Llevaba 300 metros de trote cuando dos perros han aparecido a mi vera cual cabritillas desbocadas. Más o menos como estos figuras pero por el medio de la carretera...


En el momento de la aparición canina he tenido que hacer que un coche frenara para que no acabara atropellando al pequeñajo. Por suerte no ha habido canicidio y me he ahorrado el disgusto de tener que enterrarlo improvisadamente en nuestro jardín...

Los perros han seguido corriendo a mi lado y además de lo más contento. Encima los conductores, al pegar frenazos forzosos, me miraban como si yo fuera la dueña. Vamos, que debía deshacerme de ellos. ¡Y rápido! Aprovechando un despiste cánido, he dado mediavuelta y he salido corriendo cual carterista por las Ramblas. No era el plan deportivo que esperaba pero, con el frenesí de la vuelta, creo haber descongestionado mis arterias para unos cuantos años. ¡Lista para otro colapso gastronómico!

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