¡Nos ha jodio! (¡ay, qué ordinaria!) Pero el tema de la novia y del gran día tiene cojones (que diría mi padre). Sólo hace falta navegar un poco por la red para ver hasta qué punto este tema es escalofriante. Que si dietas de la leche (y de la alcachofa) para entrar en el traje. Que si megaortotratemientos para eliminar impurezas, radicales libre y aguanapeichs del rostro. Que si súpertratamientos para la piel y supuestamente rejuvenecer por lo menos un par de meses en ese, tu gran día. ¡Que si moda novias! Osea moda especificamente para novias. Que si ramos especial novia 2012...Una auténtica lo-cu-ra, vamos.
Cualquiera que me conozca sabrá que mi fondo de armario es exactamente del mismo color que el de Marc. Osea naranja y marrón. Eso es, por otro lado, un desastre pero uno de esos desastres que forman parte de mi persona y no sé si a estas alturas se puede cambiar...
En cualquier caso, te dan día para tu boda y, claro, no vas a ir con pantuflas y tejanos. Necesitas también un argo que ponerte. ¡Y lo necesitas rápido! ¿Y si además de ser la novia eres madre de un bebé de menos de un año? Pues necesitas ayuda. Un ser humano que se encargue de tu
hija mientras te pruebas ropa y que te de su opinión cada vez que te disfraces. Pero a lo que íbamos...Si eres mujer y estás de buen ver (y si no, mala suerte) te vas a un centro comercial y...¡Noooooo! ¡Eso no funciona! Eso no funciona aquí, en Ginebra. ¡¡La ropa de sección de mujeres de Manor es una horterada monumental!! ¡¡Maldición!! Tuve que recorrer muchas tiendas en Ginebra y todo en un sólo día y con horarios suizos. Menos mal que Vanessa estuvo allí para ayudarme con Jone y para evitar que fuera a la boda como Doña Croqueta. En la última tienda que visitamos, ya al final del día, encontré el vestido. Los zapatos los compré al día siguiente, sin la buena de Vanessa y en un tiempo record de diez minutos.
Sobre el tratamiento de belleza poca cosa que aportar. Ni megaortopilin esfoliante ni spa rejuvenecedor. Esfoliación casera, low cost y low time. Mención aparte merece el tema apasionante de...¡la manicura! Sí amigos, sí. Aquí servidora recapacitó sobre el panorama de firmar unos papeles oficiales ante tantas gentes y hacerlo con unas manos de camionero de no te menees. El problema, claro está, es que recapacitó tarde sobre ello. Tan tarde como sólo dos días antes del evento. Pero la anécdota manicura merece, por surrealista, espacio propio. ¡Ahí que vamos con ella!
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