Lo del ascensor tiene tela.
Resulta que los apartamentos Columbia no disponen de salita de estar de tal modo que no tienes un lugar donde comer o compartir la tele con tus compañer@s de piso.
El punto de reunión por excelencia es el ascensor porque ahí confluyen todos los seres humanos que quieren, bien abandonar el edificio, o bien regresar a sus respectivos zulos para comer unos fideos o echar una siesta.
Lo de los fideos lo digo porque la mayoría de los seres humanos que residen aquí son asiáticos y porque, a juzgar por las manchas de mi moqueta, eso deben comer todas las noches hasta el fin de sus días aquí...
El tema de los asiáticos y el ascensor es tambien, como diría mi santo padre, para mear y no echar gota. Por supuesto, me explicaré.
Cuando los asiáticos entran al ascensor jamás saludan. JAMÁS. Se meten en el ascensor, aprientan el botoncito y te dan la espalda tan rápido como puedas imaginarlo.
Por supuesto jamás responden al saludo de un extraño o, en mi caso, extraña.
Os aseguro que pueden meterse 20 chinos en el ascensor y que ni Dios dice una palabra. Todos entran, se dan la vuelta y miran al suelo como un pequeño ejército.
Después de cinco semanas casi me he acostumbrado pero no puedo evitar seguir saludando y quedarme con la palabra en la boca. Cosas de las costumbres, supongo...
Resulta que los apartamentos Columbia no disponen de salita de estar de tal modo que no tienes un lugar donde comer o compartir la tele con tus compañer@s de piso.
El punto de reunión por excelencia es el ascensor porque ahí confluyen todos los seres humanos que quieren, bien abandonar el edificio, o bien regresar a sus respectivos zulos para comer unos fideos o echar una siesta.
Lo de los fideos lo digo porque la mayoría de los seres humanos que residen aquí son asiáticos y porque, a juzgar por las manchas de mi moqueta, eso deben comer todas las noches hasta el fin de sus días aquí...
El tema de los asiáticos y el ascensor es tambien, como diría mi santo padre, para mear y no echar gota. Por supuesto, me explicaré.
Cuando los asiáticos entran al ascensor jamás saludan. JAMÁS. Se meten en el ascensor, aprientan el botoncito y te dan la espalda tan rápido como puedas imaginarlo.
Por supuesto jamás responden al saludo de un extraño o, en mi caso, extraña.
Os aseguro que pueden meterse 20 chinos en el ascensor y que ni Dios dice una palabra. Todos entran, se dan la vuelta y miran al suelo como un pequeño ejército.
Después de cinco semanas casi me he acostumbrado pero no puedo evitar seguir saludando y quedarme con la palabra en la boca. Cosas de las costumbres, supongo...
Estos amarillos como son...
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