El tiempo pasa y no me hace falta tener a Otto cerca para notarlo.
Hace una semana que me instalé en mi Nueva Casa.
Llegué a Ginebra el pasado martes después de conducir unas cuantas horas con el retrovisor roto. Lo del retrovisor fue cosa de mala suerte porque, mira tú por donde, alguién me lo rompió mientras mi coche estaba aparcado frente la casa de "la Pili".
Resulta que "la Pili" es la madre de Mi Nueva Vida y de camino a Ginebra la visité para hacer un último desayuno catalán.
La pobre mujer se llevó un disgusto cuando descubrimos el accidente pero ya no podíamos hacer nada por mi Skodi (mi Skoda Fabia sdi de segunda mano, una buena buena compra).
Lo peor, pensé entonces, no eran "las pelas" que me iba a costar sino que el arreglarlo en Suiza podría ser un despiporre con mi francés marrano (osea mi no-francés).
Como al final sobreviví al viaje y no fui arrollada por ningún camionero eslovaco, he decidido vivir sin el retrovisor del piloto una temporadita y ya lo arreglaré cuando vuelva a Barcelona...Bah!
Al margen de esta apasionante anécdota, mi vida en Ginebra va arrancando poco a poco.
La verdad es que todavía no me hago mucho a la idea de que ahora vivo aquí. Supongo que en parte es porque me siento oficialmente de vacaciones y porque parece como si nada en realidad hubiera cambiado.
Por el momento el inicio de este verano es bastante parecido al del verano anterior y se me hace raro pensar que cuando regrese de mis vacaciones no me iré "a casa" para incorporarme a la escuela como si tal cosa.
Supongo que cuando llegue el mes de Septiembre la cosa será más seria. ¡Dios, espero que no!
Hace una semana que me instalé en mi Nueva Casa.
Llegué a Ginebra el pasado martes después de conducir unas cuantas horas con el retrovisor roto. Lo del retrovisor fue cosa de mala suerte porque, mira tú por donde, alguién me lo rompió mientras mi coche estaba aparcado frente la casa de "la Pili".
Resulta que "la Pili" es la madre de Mi Nueva Vida y de camino a Ginebra la visité para hacer un último desayuno catalán.
La pobre mujer se llevó un disgusto cuando descubrimos el accidente pero ya no podíamos hacer nada por mi Skodi (mi Skoda Fabia sdi de segunda mano, una buena buena compra).
Lo peor, pensé entonces, no eran "las pelas" que me iba a costar sino que el arreglarlo en Suiza podría ser un despiporre con mi francés marrano (osea mi no-francés).
Como al final sobreviví al viaje y no fui arrollada por ningún camionero eslovaco, he decidido vivir sin el retrovisor del piloto una temporadita y ya lo arreglaré cuando vuelva a Barcelona...Bah!
Al margen de esta apasionante anécdota, mi vida en Ginebra va arrancando poco a poco.
La verdad es que todavía no me hago mucho a la idea de que ahora vivo aquí. Supongo que en parte es porque me siento oficialmente de vacaciones y porque parece como si nada en realidad hubiera cambiado.
Por el momento el inicio de este verano es bastante parecido al del verano anterior y se me hace raro pensar que cuando regrese de mis vacaciones no me iré "a casa" para incorporarme a la escuela como si tal cosa.
Supongo que cuando llegue el mes de Septiembre la cosa será más seria. ¡Dios, espero que no!
No hay comentarios:
Publicar un comentario