Mi Nueva Casa está en Ginebra. Hasta aquí todo claro.
Mi Nueva Casa es un apartamento con una magnífica habitación-entrada-comedor-salita-dormitorio, una cocina, un lavabo más que majete y una estupenda terraza.
Todo esto tiene mi Nueva Casa y para el que venga a verlo comprobará que es cierto. Y punto.
Pero lo mejor que tiene mi Nueva Casa y que no tenía mi casa de Corbera es el búnker.

Viendo el búnker, sobre estas líneas, pues a mi tampoco me parece que sea muy seguro pero por lo visto sí lo es y si alguno de mis allegados se viene para acá podrá darme su opinión al respecto.
En Ginebra, por lo visto, todos los bloques de pisos tienen búnkeres (así se escribe el plural) por si hay algún desastre nuclear o lo que pueda pasar.
Las leyes suizas también tienen "instrucciones" para los ciudadanos tales como el azúcar o la harina que tienen que tener en casa "por si las moscas".
Todo esto me lo han explicado y parece ser que, amigos, es absolutamente cierto.
Vamos, que si hay un cataclismo atómico las ratas y los suizos (o los que allí se encuentren) podrán hablar para explicarlo. Bueno esto de hablar las ratas no lo harán pero quien sabe...
En mi Nueva Casa no os puedo ofrecer más que un sofá cama que se encuentra en la habitación-entrada-comedor-salita-dormitorio pero me parece más que encantador el hecho de que si se arma un pollo nuclear os puedo proteger en el búnker del bloque.
Imagínaos la situación.
Unos acontecimientos terribles nos obligan a meternos en el búnker junto algunos vecinos del bloque que, en paños menores, abandonaron como nosotros sus quehaceres en busca de refugio. Durante ni se sabe nos alimentamos con la harina y el azúcar de prescripción gubernamental que nuestros vecinos SÍ tenían. Nosotros no sólo no teníamos el azúcar ni la harina sino que casi no hemos aportado nada. Después de algunos conflictos personales con la vieja del quinto y de varios debates intensos sobre el cabrón que propuso la harina y el azúcar como obligatorios en toda vivienda suiza en lugar del embutido ibérico y el chocolate...!Por fín! la puerta de nuestro metabúnker se abre. De su interior emana nuestro aire viciado de humanidad. Un soldado vestido como los de la peli de ET nos dice que podemos salir. El estado de sitio ha cesado.
Bueno, yo sé que no serían las mejores vacaciones del mundo pero sobrevivir a un cataclismo atómico no pasa todos los días. ¿No?
Admirad las fotos
Mi Nueva Casa es un apartamento con una magnífica habitación-entrada-comedor-salita-dormitorio, una cocina, un lavabo más que majete y una estupenda terraza.
Todo esto tiene mi Nueva Casa y para el que venga a verlo comprobará que es cierto. Y punto.
Pero lo mejor que tiene mi Nueva Casa y que no tenía mi casa de Corbera es el búnker.
Viendo el búnker, sobre estas líneas, pues a mi tampoco me parece que sea muy seguro pero por lo visto sí lo es y si alguno de mis allegados se viene para acá podrá darme su opinión al respecto.
En Ginebra, por lo visto, todos los bloques de pisos tienen búnkeres (así se escribe el plural) por si hay algún desastre nuclear o lo que pueda pasar.
Las leyes suizas también tienen "instrucciones" para los ciudadanos tales como el azúcar o la harina que tienen que tener en casa "por si las moscas".
Todo esto me lo han explicado y parece ser que, amigos, es absolutamente cierto.
Vamos, que si hay un cataclismo atómico las ratas y los suizos (o los que allí se encuentren) podrán hablar para explicarlo. Bueno esto de hablar las ratas no lo harán pero quien sabe...
En mi Nueva Casa no os puedo ofrecer más que un sofá cama que se encuentra en la habitación-entrada-comedor-salita-dormitorio pero me parece más que encantador el hecho de que si se arma un pollo nuclear os puedo proteger en el búnker del bloque.
Imagínaos la situación.
Unos acontecimientos terribles nos obligan a meternos en el búnker junto algunos vecinos del bloque que, en paños menores, abandonaron como nosotros sus quehaceres en busca de refugio. Durante ni se sabe nos alimentamos con la harina y el azúcar de prescripción gubernamental que nuestros vecinos SÍ tenían. Nosotros no sólo no teníamos el azúcar ni la harina sino que casi no hemos aportado nada. Después de algunos conflictos personales con la vieja del quinto y de varios debates intensos sobre el cabrón que propuso la harina y el azúcar como obligatorios en toda vivienda suiza en lugar del embutido ibérico y el chocolate...!Por fín! la puerta de nuestro metabúnker se abre. De su interior emana nuestro aire viciado de humanidad. Un soldado vestido como los de la peli de ET nos dice que podemos salir. El estado de sitio ha cesado.
Bueno, yo sé que no serían las mejores vacaciones del mundo pero sobrevivir a un cataclismo atómico no pasa todos los días. ¿No?
Admirad las fotos
Qué pasa Begorl, bienvenida al mundo del bloguismo y sus consecuencias insospechadas. Qué bonita la entrada del pobre Otto. Llévatelo a GVA!!!!!!!!
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