Como ya dijera hace unos días, esta semanita me la he pasado disfrutando de mi primera caminata por este país en compañía de Laura, la chica madrileña que he conocido por estas tierras y que después de estos días ya carga con el sobrenombre de
.
Lo del sobrenombre a vosotros como que os puede dar igual pero éste sobrevino por el frío que pasamos en algún momento y por el miedo que tuvo la muchacha a amanecer en el saco de dormir como lo hiciera la protagonista de la serie Twin Peaks.
¡Pero vayamos por partes!
La verdad que, antes que nada y por si el inicio os pudiera confundir, nos lo hemos pasado genial y nos hemos reído mucho. Pasar hemos pasado frío pero diversión no nos ha faltado.
El primer día fuimos a recoger mi coche de alquiler y ahí empezamos un poco mal porque el coche que me querían cascar no era el que yo había solicitado y porque al final el ofertón tenía letra pequeña y no fue tan ofertón como yo esperaba. Lo peor sin embargo llegó cuando el coche que me querían dar no tenía bandeja para ocultar el maletero y el chino que me atendió me trajo una toalla roñosa a modo de solución. Ahí estuve al punto del homicidio pero, resumiendo mucho el episodio, finalmente salimos de allí motorizadas y con un vehículo mejor que el que contraté. La bandeja del maletero estaba en su sitio y la toalla roñosa volvió al suyo, un rincón olvidado del garaje.
Nos pusimos finalmente en marcha después de comprar provisiones y nos dirijimos al parque natural de
Te Papa Atawhai, donde se encuentra la ruta que bordea el lago Waikaremoana.
La primera noche la pasamos en un cámping del que lamentablemente no tengo foto. Soy así de desastre...
Lo más importante del tema fue que allí comprobamos hasta qué punto mi súpertienda de campaña es una castaña. La noche no fue especialmente fría pero, cosas de la vida, la tienda se calaba totalmente por dentro para permanecer totalmente seca por fuera. Aún no sé el porqué de este misterio.
A todo ésto, y sin ser de Bilbao, tampoco llevábamos esterillas pero no puedo afirmar que este
descuido fuera el responsable de nuestro frío. Total que me he gastado 25€ en una tienda que se cala por dentro y se queda seca por fuera...¡Este país necesita un Decathlon!
Otro gran acontecimiento de esa noche fue descubrir hasta qué punto los animalejos de este país emiten sonidos extraños. No os podéis imaginar la cantidad de
ppiiiiipppp, criñiiiiiii, prrriuuuuuu, crrrooooouuuuchhhh que se pueden llegar a oir en un minuto. Y a éstos añádeles los zumbidos del millón de moscas, abejorros y mosquitos que hacia las cinco de la mañana deciden iniciar su jornada de trabajo. Aquello parecía una discoteca pero de otro planeta...Nos echamos unas risas buenas con el tema y ahí se inició el concepto Laura Palmer por lo tiesecica que se estaba quedando la muchacha.
Por suerte Laura no amaneció como la Palmer y pudimos empezar a caminar.
Tuvimos que contratar transporte hasta el inicio de la ruta y taxi acuático (osea, lo que se llama lancha motora en mi pueblo) para retornar al punto de origen una vez termináramos la caminata.
El tipo que nos acercó a la ruta en furgoneta se parecía al Gran Lebowski y me pareció bastante majete hasta que se puso a conducir y me demostró que era una auténtico psicópata. No veas tú como llevaba
El nota la frago...¡A toda
hostia!(y hostia está aquí enfatizado como persona ibérica que soy).

La caminata estuvo muy bien aunque el clima no nos acompañó del todo. La lluvia a lo
calabobos fue casi constante y aunque no pudimos admirar el lago en todo su esplendor lo visto tampoco estuvo tan mal.

El bosque era espectacular y la bruma que lo acompañaba le daba un aspecto casi mágico. Como si se tratara de un bosque de cuento, donde las brujas y los duendes aún hacen de las suyas.

Dormimos en refugios que previamente contratamos por internet y la verdad es que lo pasamos bien.

Una de las noches coincidimos con tres neocelandeses, un australiano y una pareja alemana. Excepto la pareja de germanos, el resto eran señores de más de cincuenta años y nos reímos un montón con muchas tonterías. Lo mejor fue que nos invitaron a vinillo y hasta nos ofrecieron algo de comer. ¡Que el tema de la comida también ha sido otro punto!
La verdad es que en cualquier excursión que se preste lo normal es quedarte sin chorizo y nocilla antes que sin pan pero nosotras, que somos
así, nos quedamos sin pan antes que sin nocilla y sin chorizo. Lo que habría dado yo por un paquete de pan no lo sabe nadie...Menos mal que aquel neocelandés de barbas me dió vino, merengues y arroz. ¿Donde estaría yo ahora? ¡Pues en otro saco como la Palmer!
Toda la ruta bordea el lago Waikaremoana y durante el trayecto cruzas un montón de puentecitos colgantes. Como éste:

La vista más espectacular es la llegada a las cascadas Korokoro. Mirad qué bonicas:

Los caminos estaban bastante embarrados pero nada fue demasido terrible. Durante toda la ruta los pajaritos cantan con sus sonidos de otro planeta pero es tan espesa la vegetación que difícilmente puede verlos. Como le dije a Laura, sólo espero que no sean altavoces situados estratégicamente en el camino...
La verdad es que sobre la fauna puedo destacar los siguientes avistamientos:
Unos cuantos cisnes negros en el lago.
Un posum (¡vivo! y alejado de la carretera) cuando de noche salimos de uno de los refugios para...............................¡para ir al lavabo a lo campestre!
Varios Tuis cantando como locos.
Unos cientos de mosquitos que estaban obsesionados con mis piernas.
Una rana verde de la que, amigos y familiares, tengo documento que lo acredita. Y estoy tan orgullosa que os lo voy a enseñar. Mirad que chuli:

Esta fue la fauna.
Sobre los kiwis debo decir que este parque contiene una zona de protección (y contención) para ellos pero de estos pajaritos no vimos ni calcamonías. Lógico tratándose de un animalito nocturno y en peligro de extinción...
Nuestro último día lo pasamos en un refugio con tres neocelandeses pero éstos eran más sosainas que los otros cincuentones cachondos y ni nos dieron vino, ni arroz, ni merengues ni
hostias. No habría sido muy grave si no fuera porque allí tuvimos que estar casi 24 horas hasta poder acercarnos al punto donde el Gran Lebowski nos esperaba, en esta ocasión, con la lancha motora para acercarnos al punto de origen.

El Nota llevaba la lancha , como era de esperar, a toda
hostia pero llegamos sanas y salvas a nuestro cámping inicial donde nuestro coche, bandeja incluida, nos esperaba.
En el súper del cámping compramos más pan de molde y en el coche nos dimos un festival de nocilla y latas de sardinas que nos salvó la vida. O eso creíamos...
Ver las fotos.