jueves, 11 de febrero de 2010

Los hombres del CERN.


Ayer recogí el Skodi del taller y quedé con Marc en el CERN para ir a comer juntos.
Finalmente fuimos a "El Palacio Pekinés" que, como vuestra sabia perspicacia os habrá indicado, es un restaurante chino situado (y ahí no llega vuestra perspicacia) en el pueblo de Saint Genis. En la vecinísima Francia. Comimos, pagamos (pues no somos unos cualquiera) y regresamos al CERN para tomar allí el café.

El CERN, ese lugar de espionaje en realidad, está lleno de hombres. Pero lleno, lleno...
Mientras tomaba mi capuccino de máquina no podía parar de observar a todos los seres humanos allí presentes. Mientras lo hacía recordaba que, según cuentan algunas malas lenguas, muchas mujeres en el CERN (que también las hay) tienen problemas para encontrar pareja porque consideran que los hombres de allí, en términos políticamente correctos, no tienen ningún interés.
Yo la verdad estuve sólo media hora pero vi más de un hombre atractivo. ¡Mira no! Uno sólo no...¡Vi un montón! Y es que eso es cosa de probabilidad matemátia pura y dura.
Yo no soy espía pero si en un lugar se concentran cientos de hombres debemos pensar que las proporciones de belleza y fealdad aparecen en igual relación que si hay un número menor de ellos. Osea, que si conozco 10 hombres los más normal es que la mayoría deambule en la franja del espectro relativa a la normalidad. Quizá uno o dos sean realmente atractivos y, del mismo modo, similar número sea tan horrible que debas salir corriendo...Pues ésto se corresponde con 10 sujetos y también con 100. Siempre encontrarás la misma proporción de mediocridad, belleza y fealdad. Y punto.
Ahora bien, quizá yo soy un bicho raro pero ayer sentí ver más chicos guapos que horribles engendros y ésto puede ser por varios motivos.
El primero puede deberse al hecho de ser alguien que aprecia en mejor medida aquello bonito que encuentra en su camino. Osea alguien que cuando pasea por la calle es consciente de su basura, pero prefiere recordar lo bonito de los edificios y sus formas. ¡Optimista! Que la vida lo merece.
El segundo motivo seguramente sea que, debido a mi escasa oportunidad aquí de quedar con mucha gente, ayer me encontraba sobreestimulada con tanto ser humano a mi alrededor. Aquello era una locura de hombres y hombres por doquier y yo estaba como loca. Según Marc, ayer miraba todo aquello del mismo modo que los suricates se levantan para ver mejor la sabana.


"A ver quién viene por aquí..."

El tercero será que como yo no soy una espiá no sé lo que es estar rodeada de tanto hombre deseoso de acostarse conmigo. Pues ya se sabe que todos esos espías no sólo son seres con intereses intelectuales sino que tienen debilidades por las carnes. ¿Pero y quién no?
¡Yo soy una maldita maestra de escuela y mi condena es la contraria! Estar rodeada prácticamente de mujeres y sufrir conflictos relativos al tono de voz empleado en el saludo matutino...¡Qué injusto es el mundo!
Le decía ayer a Marc que, cualquier día de éstos, tengo que llevar a unas cuantas amigas al café del CERN. Pues seguro que ellas también apreciarán, como yo, lo mejor del paisaje...

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