lunes, 18 de enero de 2010

La suerte.

La semana pasada hice un test de nivel de inglés para evaluar mis progresos y ubicarme en un nuevo curso. Finalmente, y contra casi todo pronóstico, la mejora es cierta y la academia me ha ubicado en sus cursos de Advanced. El curso se inicia mañana y es de dos días por semana.

El test de nivel fue el pasado viernes a las 16:30 pero al final salí de casa con el tiempo un poco justo. Muy en mi estilo...

A unos 60 metros de la parada del tranvía veo que mi tren se aproxima y me debato entre salir corriendo y arriesgarme a resbalarme con la nieve o perderlo y coger el siguiente. Al final, por estas cosas del orgullo absurdo, decido no amilanarme por una carrerita y salgo corriendo. Llego hasta la máquina de tickets e introduzco las monedas. Me equivoco y no enlazo con el ticket correcto aunque milagrosamente el tren sigue en el andén. Finalmente consigo mi billete, aprieto el botón de acceso a uno de los vagones pero el tren, después de parecer estar ahí esperándome, se marcha dejándome con la cara de tonta que todos ponemos cuando lo perdemos.
Miro el panel informativo y éste anuncia mi siguiente tren en 11 minutos. Demasiado tarde, pensé yo. Empiezo a autoflagelarme con pensamientos como "llego tarde sin hacer nada en todo el día porque soy un desastre de persona" mientras imagino la cara de la profesora británica al verme llegar al test 10 minutos tarde.
Al final miro otro panel y descubro que el tren que me iba bien no era el que acababa de perder (el número 16) sino el que debía llegar en menos de 2 minutos (el número 14).
Total, que lo que había sido una supuesta concatenación de mala suerte fue en realidad una buenísma suerte porque me habría metido en el número 16 y no habría ni llegado a hacer el test.

Cuando me metí en el tren bueno, pensé en todos esos pequeños detalles aparentemente insignificantes que permiten, sin saberlo, que todo salga bien. Pensaba en cuántas veces nos pasan esas cosas y en cuántas, sin darnos cuenta, todo parece obrar para llevarte a algún sitio o para evitarlo. Lo que llamamos la suerte y que, muy a menudo, no se descubre si fue buena o mala hasta que pasa un tiempo.

1 comentario:

  1. Ay Bego!lo que pones en esta entrada es justo lo que te dije en mi email....en fin..creo que la suerte está echada!

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