sábado, 16 de enero de 2010

¡Al agua patos!


Esta semana he incorporado una novedad en mi vida Ginebrina y he empezado a ir a la piscina municipal del barrio de Servette.
Pese a lo caro que es Ginebra (o eso parece) la posibilidad de ir a hacer unos largos es muy barata porque una entrada sólo cuesta 6 francos suizos. Unos 4 € en cristiano raso.
Antes de trasladarme aquí a vivir, iba un día por semana con Patri a la piscina de Sant Viçents dels Horts (San Vicente de los Huertos para los que no hablan catalán ni en la intimidad) y allí la entrada ya te costaba unos 7€. Osea mucho más caro que en Ginebra.
Conclusión: Ninguna...
Lo único que está claro es que mi cuerpo no está hecho para la flotabilidad y que nadar me cuesta una barbaridad. Lo de correr (que es de cobardes) no es compatible con la actividad acuática y mis piernas son una carga demasiado pesada en el agua.
El primer día cometí la osadía de meterme en el carril rápido para hacer un par de largos y cuando acabé tuve que retirarme a respirar compulsivamente a un lado.
¿Pero cómo es capaz la gente de nadar a un ritmo tan pausado y constante durante tanto tiempo? ¡Yo sólo hago un largo y me muero! Y nada de intentar enlazar con una segunda vuelta que la liamos...
Caundo salí del agua estaba mascontentaqueunaspascuas pero en el vestuario comprobé horrorizada que parecía haber envejecido unos 10 años porque me apreté tanto las gafas de buceo que sus marcas en mi cara no se disiparon hasta unas cuantas más horas más tarde. Cosas de ser novata y un poco animalita...

1 comentario:

  1. ¿y llevas un bañador como el de la foto? jajaja en cuanto a lo de las gafas, ¿como volviste a casa? con pasamontañas?

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