Esta mañana, después de una semana de inactividad por culpa del maldito francés, me he levantado dando un salto mortal. Bueno, el salto mortal no lo he pegado pero a las 7:30 ya estaba en pie y ahí que me he ido a la piscina.
Mi pequeño sueño hoy era llegar a la piscina y descubrir que la instalación, a esas horas mañaneras, estaría desierta. ¡Una piscina olímpica enterita para mí!
Pues bien, he llegado a la piscina de Vernets a las 8: 30 y lo que me he encontrado ha sido, como diría mi padre, para mear y no echar gota...
De entrada, el parking de las instalaciones estaba a petar. Yo no daba crédito. Aparco casi milagrosamente el skodi y en la mismísima puerta de la piscina coincido con una buena mujer y sus dos hijos pequeños. ¡Atención! las 8:35 de la mañana y una señora con sus dos hijos hablando alegremente como si el desayuno hubiera tenido lugar hace tres lustros...
Pero ésto no ha sido nada. Entro en los vestuarios y allí me encuentro un huevo de gente preparándose para abandonar el recinto. ¡¡Las 8:40 y toda esa gente ya se había bañado!! Y finalmente, entre esa pequeña marabunta de madrugadores, me encuentro a la master class. Una señora de unos 80 años acicalándose frente al espejo y repeinándose el moño...¡Que la señora también se había bañado!!
Y yo pensando que había hecho algo casi heroico...
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