viernes, 9 de diciembre de 2011

Y si yo fuera una heroina de las de verdad...

...podría ocuparme de unas cuantas cosas que, a día de hoy, aún nadie ha resuelto.

Podría, en primer lugar, concentrarme un poco y localizar las pertenencias robadas a mis padres hace unos días. Acto seguido y después de localizar con certeza milimétrica la ubicación de sus posesiones robadas, me concentraría en percibir las energías de las personas que ahora mismo se encuentran cercanas a las mismas. Podría sentir si esas personas son las que se atrevieron a mancillar nuestra casa con su presencia no deseada. Podría saberlo leyendo sus pensamientos y recuerdos cercanos en el tiempo. Y lo sabría pronto, sin duda.

Podría visualizar el lugar, las pertenencias de mis padres y, sobretodo, los nuevos propietarios. Quizá a estas alturas, tendría que visitar distintos lugares y más dispersos de lo que podría haber imaginado. Me llevaría más tiempo pero el tiempo no sería nada importante. Sería alguien con una paciencia infinita.

Si esas personas no fueron las que entraron en nuestra casa, poco me importaría el detalle, la verdad. Inspiraría profundamente hasta volatilizarme y, como pura energía concentrada, trasladarme hasta el lugar donde éstas se encontraran. Una vez allí podría, a mi voluntad, materializarme de nuevo en carne y hueso. Carne y hueso sólo en apariencia, claro. Nada en mí sería humano.

Una vez decidiera materializarme lo haría con contundencia. No mediaría palabras. No me importaría saber cómo ni cuándo ni quien les conectó con aquellas cosas que nunca debieron tocar. No me importaría porque, de hecho, ya lo sabría todo.
No hablaría. No haría falta. Recuperaría una por una todas las cosas y ninguna de esas personas se atrevería a explicar lo sucedido. Sentirían mucha vergüenza si así lo hicieran. Y si lo hicieran, sentirían mucho miedo y arrepentimiento por haberlo explicado.


Después de hacer justicia, regresaría entonces a mi casa para dar el pecho a mi hija y hacerlo con la serenidad que todos mis poderes me otorgan. Le diría: " Jone, mi vida, no tengas miedo. NADIE TE HARÁ DAÑO JAMÁS". Mejor todavía, no haría falta que le dijera tal cosa. Ella ya lo sabría.


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