Ginebra, jueves 26 de enero de 2012.
Mediodía en la ciudad del cielo blanco. En un hogar silencioso, el pañal de una retoña es el primer testigo de que algo no anda bien en el interior de su portadora. La esperada deposición infantil no es la que el profesional pañal tenía prevista. Ésta aparece verde y con restos de sangre. La madre de la niña acude al olor de alarma y, descubriendo lo que el pañal ya sabía, inicia su puesta en marcha camino al centro médico. Apreciando los servicios del pañal, decide llevárselo para que éste, de celulosa presente, explique lo ocurrido a los doctores. Allí, en el templo de la salud y el bienestar, los doctores tranquilizan a la madre informando que los malhechores deben pertencer a la banda de los virus estomacales. Muy activa estas últimas semanas en la ciudad. La banda de los virus estomacales posee diversas facciones. Es una trama compleja, por lo visto. El pañal quiere colaborar y es dirigido, por orden expresa de la doctora, a la sala de interrogatorios. Allí se analizará todo lo que el pañal pueda aportar para esclarecer los hechos. La madre, más tranquila después de todo, se despide de su pañal testigo deseando que sus declaraciones sean fructíferas. Lo saca de su bolsa de plástico y se lo entrega a una doctora quien, a su vez, desaparece tras la puerta de un ascensor. Diez días debe durar la espera.
A la mañana siguiente y por sorpresa, los padres reciben una llamada de la doctora. Las deposiciones del pañal se han secado. No ha sido posible esclarecer nada. La madre, sabiendo la noticia, se pregunta un tanto perpleja si su pobre pañal de confianza se encuentra olvidado en estos momentos en algún contenedor oscuro. Rodeado de jeringuillas traidoras y gasas cómplices de crímenes terribles. Sin entender por qué su destino de pequeño heroe fue traicionado por los dioses o, peor aún, por el simple descuido humano...

Otro pañal en servicio ha sido enviado a prestar declaración para dar buena cuenta de lo que sabe de la maldita banda de los virus estomacales. Esperemos cumpla su misión y rinda con ello sentido homenaje al camarada abandonado a su suerte.
A la mañana siguiente y por sorpresa, los padres reciben una llamada de la doctora. Las deposiciones del pañal se han secado. No ha sido posible esclarecer nada. La madre, sabiendo la noticia, se pregunta un tanto perpleja si su pobre pañal de confianza se encuentra olvidado en estos momentos en algún contenedor oscuro. Rodeado de jeringuillas traidoras y gasas cómplices de crímenes terribles. Sin entender por qué su destino de pequeño heroe fue traicionado por los dioses o, peor aún, por el simple descuido humano...

Otro pañal en servicio ha sido enviado a prestar declaración para dar buena cuenta de lo que sabe de la maldita banda de los virus estomacales. Esperemos cumpla su misión y rinda con ello sentido homenaje al camarada abandonado a su suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario