Se supone que debería escribir más a menudo pero por una cosa u otra no me pongo a ello. ¿Por qué será? La verdad, prefiero no pensar mucho en ello aunque intentaré hacer un esfuerzo para remediarlo.
Después de que mi Skodi superara su ITV aún tuve tiempo de ver algunos colegas de Barcelona. Esa gente que, de tanto en tanto, me gustaría encontrarme "casualmente" por Ginebra. A veces, y no es broma, imagino que algunos de ellos viven por aquí y que puedo quedar con ellos como lo haría en BCN. En fin, que soñar sigue siendo gratis. O eso espero...
El último día en tierras catalanas lo pasé visitando mi nueva escuela ya que, en menos de dos semanas, me tengo que incorporar al curso. La directora estuvo de semblante más relajado a como la recordaba el mes de Junio pero eso no es tan raro teniendo en cuenta que fue entonces cuando, sin habernos visto nunca antes, tuve que explicarle que los próximos 6 meses estaría en Ginebra y no en la escuela. No fue muy fácil explicarle mi vida y milagros para no sentirme como una escaqueada de la vida. Pero lo hecho, hecho está y en nada vuelvo a las andadas de maestrilla.
Después aproveché el día y me dejé caer por mi antigua escuela. Vi a algunos compañeros del año pasado y también pude visitar las aulas de mis antiguos alumnos, ahora un año más creciditos. Los de segundo (ahora tercero) estaban en su aula y, al verme, se levantaron en estampida para darme un abrazo multitudinario. Los de primero (ahora en segundo) estaban en la piscina por lo que me soltaron un nuevo abrazo multitudinario cuando bajaron del autocar.
Confieso que me puse más contenta que unas pascuas. De repente, me acordaba de todos sus nombres y sentía mucha más curiosidad por saber qué tal estaban. Te das cuenta de que sigues queriéndoles de esa manera que no puedes describir. Es curioso sentir cómo te alegras de ver a chavales que sólo un año atrás habrías deseado enviar a Madagascar, por decirlo finamente. Ves algunos de tus pequeños monstruitos y te emocionas privadamente sin poder evitarlo. ¡Jodidos críos!
Un par de semanas y vuelvo a las andadas.
Después de que mi Skodi superara su ITV aún tuve tiempo de ver algunos colegas de Barcelona. Esa gente que, de tanto en tanto, me gustaría encontrarme "casualmente" por Ginebra. A veces, y no es broma, imagino que algunos de ellos viven por aquí y que puedo quedar con ellos como lo haría en BCN. En fin, que soñar sigue siendo gratis. O eso espero...
El último día en tierras catalanas lo pasé visitando mi nueva escuela ya que, en menos de dos semanas, me tengo que incorporar al curso. La directora estuvo de semblante más relajado a como la recordaba el mes de Junio pero eso no es tan raro teniendo en cuenta que fue entonces cuando, sin habernos visto nunca antes, tuve que explicarle que los próximos 6 meses estaría en Ginebra y no en la escuela. No fue muy fácil explicarle mi vida y milagros para no sentirme como una escaqueada de la vida. Pero lo hecho, hecho está y en nada vuelvo a las andadas de maestrilla.
Después aproveché el día y me dejé caer por mi antigua escuela. Vi a algunos compañeros del año pasado y también pude visitar las aulas de mis antiguos alumnos, ahora un año más creciditos. Los de segundo (ahora tercero) estaban en su aula y, al verme, se levantaron en estampida para darme un abrazo multitudinario. Los de primero (ahora en segundo) estaban en la piscina por lo que me soltaron un nuevo abrazo multitudinario cuando bajaron del autocar.
Confieso que me puse más contenta que unas pascuas. De repente, me acordaba de todos sus nombres y sentía mucha más curiosidad por saber qué tal estaban. Te das cuenta de que sigues queriéndoles de esa manera que no puedes describir. Es curioso sentir cómo te alegras de ver a chavales que sólo un año atrás habrías deseado enviar a Madagascar, por decirlo finamente. Ves algunos de tus pequeños monstruitos y te emocionas privadamente sin poder evitarlo. ¡Jodidos críos!
Un par de semanas y vuelvo a las andadas.