Aún seguimos sin internet decente pero aprovecharé la siesta de Jone y la generosidad del vecino desconocido para escribir un rato y actualizar un poquito este despropósito de blog.
Ya llevamos unas semanas en las Francias y ya puedo constatar que a este lado de la frontera la vida es mucho más rural. Bueno, cuando digo lo de rural no me refiero a que ahora me dedique a ordeñar vacas sino a que nos parece mentira que tan sólo estemos a 15 km de Ginebra. Por ejemplo, aquí de noche hay un silencio casi sepulcral. Nada comparado con el ir y venir de coches de nuestra antigua calle, en Ginebra. Aquí el alumbrado municipal es escaso y el cielo se ve impresionante de noche. La tradicional tarea-coñazo de sacar la basura al contenedor de la comunidad se ha tornado, por el momento, en una nueva experiencia. Ayer mismo, estando yo en dicho menester, pude darme cuenta de que se oyen, perfectamente, los cencerros de las vacas. Vacas que, digo yo, estarán a esas horas en los campos cercanos. Otro temazo, hablando de vacas, es el de la fauna. La cantidad de moscas, mosquitas, mosquitillas, moscardos, abejorros e insectos en general es alucinante. ¡A ver si os imaginabáis que iba a hablar de gorilas! Por suerte la convivencia con estas criaturas de la creación es pacífica. En el pueblo de Saint Genis Poully, a sólo 4 kilómetros de casa, hay una máquina expendedora de leche de vaca fresca. Un litro cuesta 1,20 € y está , parafreseando a mi padre, cojonuda. Pero para que se entienda un poco mejor todo lo que digo, hace sólo un par de semanas descubrimos el periódico local y la apasionante agenda festiva del entorno. ¡Pues bien! Acabamos el domingo pasado en un festival de, atención, leñadores. Sí, sí, de leñadores he dicho. Nos fuimos hasta el valle de Mijoux (que ahora ya sé donde está) y allí alucinamos pepinillos en vinagre viendo los zambombazos que estas gentes arrean a los troncos. De verdad, hay que verlo para creerlo.
Aquí arriba, el leñador más mayor del evento. Se llamaba Jean-Paul. Seguramente en la sesentena. Yo me imaginaba haciendo lo mismo y acabando en silla de ruedas...En fin.
Sobre la mudanza-instalación, aún nos faltan algunas visitas terroríficas a Leroy-Merlin y a IKEA y gracias al taladro de Jero, ya estamos listos para poder poner cortinas. Otro tema será el comprarlas...
Jone ya tiene dominado el modo caminar y poco a poco está lanzándose al modo corretear combinado con el arranque súbito e inesperado hacia ningún lugar concreto. Son modos que obligan a una a ponerse en forma. Mis reflejos no son lo que eran así que a ver si con suerte me pica alguna arañita de estas tan monas de por aquí y lo arreglamos.
Jone, en cualquier caso, parece encantada de la vida con todos los cambios. ¡Y no me extraña!